El catastrofismo en No mires arriba
¡Mirad abajo!
La premisa de No
mires arriba no es desconocida en el cine: un asteroide gigantesco amenaza
con destruir la Tierra. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en títulos
similares como Armageddon (1998), Deep Impact (1998), El
núcleo (2003) o Sunshine (2007), aquí no hay
viajes épicos ni astronautas dispuestos a dar su vida por nuestro
planeta. Por el contrario, la mayoría de la humanidad (o al menos los
ciudadanos de Estados Unidos) no toma la amenaza en serio. Como espectadores, esta reacción nos resulta irracional, pero no nos encontramos
ante una película de ciencia ficción y catástrofes, sino de crítica social.
Solo los científicos a cargo del descubrimiento, es decir, el catedrático Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) y, especialmente, su estudiante de doctorado Kate (Jennifer Lawrence), parecen asumir las terribles consecuencias que tendrá el impacto del meteorito. Su sensatez contrasta muy bien con el resto de personajes, que son caricaturizados hasta el absurdo pero nos presentan actitudes que podemos reconocer en nuestra realidad: la presidenta que solo piensa en su popularidad, el hombre de negocios que se preocupa más por el dinero que por el bienestar de las personas, los presentadores que están más preocupados por el espectáculo que por la veracidad, el periodista que sacrificaría a cualquiera por conseguir una exclusiva e incluso los padres que creen los bulos de la televisión antes que a su hija, que es científica. Obviamente, todo ello son referencias ingeniosamente camufladas a comportamientos que hemos observado desde el comienzo de la pandemia mundial de Covid-19, declarado oficialmente el 11 de marzo de 2020.
Sonríe cuando te vayas a fosilizar
Ahora veamos
por qué los astrónomos de la película asumen que el asteroide que han
descubierto causará una extinción en la Tierra. Si ordenamos todos los fósiles
que se han encontrado en el mundo en función de su antigüedad (lo que se conoce
como “registro fósil”), veremos que hay ciertos puntos en los que, en un tiempo
muy corto, se produce una disminución drástica de la cantidad de especies
encontradas. La más famosa de estas “extinciones masivas” es, probablemente, la
ocurrida al final del Cretácico, hace unos 66 millones de años, también
conocida popularmente como “la extinción de los dinosaurios”.
En este momento, la desaparición del 75% de especies del planeta coincide con la edad de una capa de sedimentos geológicos presente a escala global abundante en iridio. Dado que este material es relativamente abundante en los asteroides, los científicos Luis y Walter Álvarez propusieron en 1980 que esta extinción se debiera al impacto de un meteorito gigantesco.
Diez años después, geólogos canadienses estudiaron una curiosa formación del relieve cercana a la población de Chicxulub en la península de Yucatán (México) que había sido descrita en los años 70 por una empresa petrolífera. Descubrieron entonces evidencias de que se trataba, como sospechaban, de un cráter de 180 kilómetros de diámetro (sumergido en su mayor parte) causado por el impacto de un meteorito de unos 12 kilómetros de diámetro. Este es el cráter más grande que se conoce en la Tierra y una evidencia a favor de la “hipótesis del impacto” de los Álvarez.
Un artículo de 2019 en la prestigiosa revista PNAS analizó en detalle los sedimentos del cráter de Chicxulub y “reconstruyó” lo que ocurrió inmediatamente después del impacto. De manera local, el impacto causó un tremendo cráter con varias capas de roca fundida en menos de una hora y provocó un gran tsunami, con aguas que fueron expulsadas hacia fuera y volvieron a inundar el cráter alrededor de un día después.
Entre el
material que se depositó con el agua de retorno se encuentra gran cantidad de
carbón, evidenciando que el impacto produjo grandes incendios de manera
instantánea, como se muestra en No mires arriba. Sin embargo, su alcance
sería de entre 1000 y 1500 kilómetros, llegando hasta la costa de Estados
Unidos, pero no a los estados del norte como Michigan en la película. Sin
embargo, recordemos que hay fragmentos procedentes de este evento en los
sedimentos de todo el mundo.
De acuerdo a
ello, el mencionado estudio muestra que los depósitos de carbón se prolongaron
durante varios años, por lo que podrían proceder de fuegos causados por
partículas incendiarias resultado del propio meteorito o de su impacto que
fueron cayendo de la atmósfera por todo el planeta a más largo plazo.
Según otro estudio de PNAS, los depósitos de materiales encontrados en estados del norte de Estados Unidos como Minesota sugieren que, durante la hora inmediatamente posterior al impacto, estos lugares no fueron golpeados por una ola de fuego, pero sí por grandes temblores de tierra y un tremendo tsunami. Puntualicemos aquí que el agua del tsunami no había llegado aquí necesariamente desde el lugar de impacto, ya que la distribución de los océanos era diferente en aquella época.
A pesar de la terrorífica
magnitud de este evento, lo realmente crucial para la extinción masiva del
cretácico fueron el polvo de diversos materiales liberado a la atmósfera por el
choque y el hollín generado por los incendios ya mencionados. Esto oscureció
nuestro planeta y redujo la temperatura mundial en, se calcula, más de 20 ºC,
afectando negativamente el crecimiento vegetal y la vida de todas las criaturas
del planeta durante unos 30 años.
El tamaño no importa
El meteorito de Chicxulub es el más grande conocido en nuestro planeta, pero parece que su tamaño no fue lo único determinante en el evento de extinción masiva que lo acompañó. En 2021 se publicó un estudio que analizó 33 impactos de meteoritos producidos en nuestro planeta en los últimos 600 millones de años. Aunque los dos mayores (el de Chicxulub y uno caído en Acraman, Australia, hace unos 580 millones de años) estuvieron asociados a extinciones masivas, el resto de impactos se relacionaron con extinciones solo cuando los choques liberaron a la atmósfera un compuesto concreto, el feldespato de potasio, que tiene una gran capacidad para enfriar las partículas atmosféricas, o producir “nubes frías”.
Esto podría significar que el enfriamiento extremo del clima terrestre y gran responsable de extinciones como la del Cretácico solo se produciría si el meteorito impacta en zonas concretas de la Tierra. Otro estudio de 2017, también en Nature, ya había destacado que la extinción de los dinosaurios estaría asociada a la geología de Chicxulub, donde abundan minerales de hidrocarburos y sulfuros en cantidades que solo se encuentran en un 13% de la superficie de la tierra.
Por si eso fuera poco, hay otras razones biológicas que pudieron contribuir al catastrófico impacto de Chicxulub. Otro artículo de Nature ha sugerido recientemente que los dinosaurios podrían haber estado ya en declive antes de la llegada del meteorito. El estudio utilizó por primera vez un método estadístico para analizar las tasas de aparición y extinción de 247 especies pertenecientes a las seis familias de dinosaurios más abundantes a finales del Cretácico. El análisis concluyó que la extinción de especies era mayor a la aparición desde 10 millones de años antes del impacto del meteorito.
Las razones de
este declive aún no están claras, pero los investigadores sugieren que podrían
estar relacionadas con los cambios ambientales del final del Cretácico, cuando
los dos grandes continentes Laurasia y Gondwana se estaban separando, la
distribución de los océanos cambiaba y el clima de la Tierra, que había sido en
general tropical y estable, se volvía más frío. La vegetación también cambiaba,
y las plantas sin flor (gimnospermas como helechos, pinos y palmeras) estaban
siendo sustituidas por plantas con flor, diferentes en su crecimiento y
morfología y que podrían suponer un reto para la alimentación de varios grupos
de dinosaurios herbívoros.
Además, en los depósitos tras el impacto se ha encontrado una gran abundancia de peces e insectos juveniles, por lo que se infiere que el meteorito de Chicxulub cayó durante la época de cría del hemisferio norte, a finales de primavera o principios de verano. Por tanto, a corto plazo el impacto habría afectado más a la diversidad de especies del hemisferio norte y a los ecosistemas dependientes de cambios estacionales, produciendo un efecto diferente en distintas partes del mundo.
Veredicto final
No pondría a No
mires arriba un sobresaliente científico, pero sí le daría el aprobado.
Aunque se tomen licencias cinematográficas en favor de la espectacularidad, la
mayoría de hechos resultan creíbles. Además, la explicación astronómica no es
el foco principal de la película y en mi opinión es un acierto no pretender
explicarlo todo al detalle. Una película muy recomendable y con un mensaje muy
potente: la sociedad necesita confiar más en los científicos y afrontar la
realidad, aunque sea desagradable, dejando a un lado nuestras diferencias. De
manera más sutil, también nos deja la esperanza de que, si lo hacemos, podemos
encontrar soluciones rápidas y efectivas a muchos de estos problemas. Así que
ya sabéis, contrastad siempre vuestras fuentes y no dejéis de mirar arriba.
Nota: En esta entrada del blog hay mucha geología, ámbito en el que no soy experta, así que me disculpo por adelantado si he cometido algún error. Si es así, estoy abierta a comentarios y correcciones.
Fuentes consultadas:
Página de Wikipedia sobre el cráter de Chicxulub
Página de Wikipedia sobre la extinción del Cretácico-Paleógeno
Condamine, F. L., Guinot, G., Benton, M. J., & Currie, P. J. (2021). Dinosaur biodiversity declined well before the asteroid impact, influenced by ecological and environmental pressures. Nature Communications, 12(1), 1-16.
DePalma,
R. A., Smit, J., Burnham, D. A., Kuiper, K., Manning, P. L., Oleinik, A., ...
& Alvarez, W. (2019). A seismically induced onshore surge deposit at the
KPg boundary, North Dakota. Proceedings of the National Academy of Sciences, 116(17),
8190-8199.
DePalma,
R. A., Oleinik, A. A., Gurche, L. P., Burnham, D. A., Klingler, J. J.,
McKinney, C. J., ... & Manning, P. L. (2021). Seasonal calibration of
the end-cretaceous Chicxulub impact event. Scientific reports, 11(1),
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Gulick,
S. P., Bralower, T. J., Ormö, J., Hall, B., Grice, K., Schaefer, B., ... &
Wittmann, A. (2019). The first day of the Cenozoic. Proceedings of the
National Academy of Sciences, 116(39), 19342-19351.
Kaiho,
K., & Oshima, N. (2017). Site of asteroid impact changed the history of
life on Earth: the low probability of mass extinction. Scientific Reports, 7(1),
1-12.
Pankhurst,
M. J., Stevenson, C. J., & Coldwell, B. C. (2021). Meteorites that produce
K-feldspar-rich ejecta blankets correspond to mass extinctions. Journal of
the Geological Society.
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