Más vale premio en mano que ciento volando
Los premios Nobel
se otorgan anualmente desde hace más de cien años a personas que han
contribuido significativamente a alguno de los posibles ámbitos de
conocimiento, arte o desarrollo de la humanidad. Aunque las categorías
establecidas son bastante limitadas, han bastado para premiar a notables
literatos, científicos y políticos de todo el mundo a lo largo de los años. En
esta ocasión, os propongo otorgar cada premio a una especie animal que haya
destacado en cada ámbito, y de paso conocer algunas curiosidades sobre ellos.
Nobel de Literatura: El
perro
Dicen que el
perro es el mejor amigo del hombre, y eso queda reflejado en nuestras
historias. El perro nos acompaña ya desde los mitos antiguos, a modo de fiero
guardián. El más famoso de ellos es probablemente Cancerbero, el perro de tres
cabezas que en la mitología griega vigilaba la entrada al inframundo. Además,
el perro ha acompañado a célebres personajes literarios como Ulises, Oliver
Twist o Anna Karenina, haciéndose incluso un hueco en la literatura del siglo
de oro con obras como El perro delhortelano de Lope de Vega o Elcoloquio de los perros de Miguel de Cervantes.
Dibujo de Cancerbero de Rubens
El perro ha
estado ahí cuando ha sido amado (desde Lassie
hasta los 101 dálmatas) y también
cuando lo han temido (el mismísimo Sherlock Holmes se aterrorizó con El sabueso de los Baskerville) o
despreciado (usando su nombre para menospreciar a los cadetes de La ciudad y los perros de Vargas Llosa o
al Perro de Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin). El perro también
ha sido un personaje esencial en la literatura infantil (como Clifford el gran perro rojo) y juvenil (solo
en Harry Potter salen tres: Fang, Fluffy y la forma animal de SiriusBlack), pasando por cómics (como Ideafix de Astérix
y Obélix o Milú de Tintín) y
fábulas (El perro y su reflejo, El perro y el lobo…).
Por si esto
fuera poco, el perro alcanzó su máximo esplendor con dos novelas de Jack
London: La llamada de la selva y Colmillo Blanco, en las que un perro
doméstico se asalvajó y uno salvaje se amansó. La fidelidad y el amor
incondicional asociados al perro le sitúan por derecho propio como el ganador
indiscutible de nuestro Nobel de Literatura animal.
Versión cinematográfica de La llamada de la selva de 1972
Nobel de economía: el cerdo
¿Quién no ha
tenido una hucha con forma de cerdito? Se dan varias explicaciones posibles a
por qué las huchas se suelen realizar en forma de cerdo, pero en cualquier caso
está claro que este animal se ha asociado en numerosas culturas con la
abundancia y el bienestar. Esto se debe a que el cerdo tiene una larga historia
convivencia con el ser humano y, a diferencia de otros animales domésticos, se
aprovechan prácticamente todas las partes de su cuerpo para elaborar alimentos.
Por otra
parte, también se alude a que las huchas comenzaron a realizarse en Gran
Bretaña con un tipo de arcilla anaranjada llamada pygg, similar a la palabra inglesa pig (“cerdo”) y de ahí su asociación.
En cualquier
caso, está claro que el cerdito se merece este Nobel de Economía animal por
guardar nuestros ahorros tan fielmente.
Un ejemplo de la explicación del cerdo como símbolo de la abundancia y otra centrada en la arcilla.
Nobel de medicina: la
mosca del vinagre o de la fruta
La mosca de
la fruta (Drosophila melanogaster)
es, en animales, la especie modelo por excelencia, especialmente en la
investigación genética. Es decir, es una especie que se utiliza habitualmente
en experimentación porque se conoce muy bien su biología y los resultados que
se obtienen de su estudio pueden extrapolarse a otros organismos. En concreto,
el éxito de la mosca como animal de experimentación se debe a su corto período
de vida (que permite estudiar muchas generaciones en poco tiempo) y la
posibilidad de encontrar en su genoma una equivalencia con gran cantidad de
enfermedades genéticas humanas.
La mosca fue
utilizada por primera vez por William E. Castle de la Universidad de Harvard en
1901, en una época en que los investigadores estaban buscando nuevas especies
con las que experimentar. Castle buscaba generalizar sus estudios sobre los
genes que determinaban el color de la piel, que hasta entonces había realizado
con pequeños roedores. Dado que la mosca daba buenos resultados, y además era
más barata y se reproducía más rápido que los mamíferos, su uso fue
extendiéndose poco a poco. La experimentación en profundidad con la mosca
comenzó en 1906, en la Universidad de Columbia, gracias a Thomas Hunt Morgan,
célebre ganador del Nobel en 1933 por demostrar que los cromosomas son
portadores de los genes, y su equipo.
Experimentando
con cruces entre moscas de distinto aspecto, Morgan descubrió las bases de la
herencia genética ligada a los cromosomas X e Y, que determinan el sexo. Los
discípulos de Morgan siguieron avanzando en esta línea e inspiraron a otros
para para ello. Así, la mosca ha permitido averiguar cómo la radiación puede
ocasionar mutaciones (H. J. Muller, Premio Nobel en 1946), describir el ritmo
circadiano o reloj biológico y, especialmente, estudiar enfermedades genéticas
y/o neurológicas, como el Alzheimer y el Párkinson.
En resumen, los
enormes avances médicos que se han realizado gracias a la mosca la convierten
en merecida ganadora de nuestro Nobel de Medicina.
He basado la
información en este interesante artículo de 2013 (en inglés), aunque también
podéis leer un resumen de la historia de la mosca en experimentación en
Wikipedia.
Nobel de la paz: la paloma
La paloma ha
sido utilizada como símbolo del amor o el hogar desde la antigüedad, donde
aparece asociada a divinidades de la mitología mesopotámica, griega o japonesa.
En la tradición judeo-cristiana, se cuenta que tras el diluvio Noé supo que las
aguas estaban bajando y había tierra firme gracias a que soltó una paloma y
esta volvió con una rama de olivo en el pico. Esta imagen podría asociarse a la
esperanza, la bondad o la divinidad. De hecho, el espíritu santo suele representarse
en forma de paloma.
En cualquier caso, la asociación de la paloma con la paz se
popularizó a raíz del Congreso Mundial por la Paz de 1949. El emblema elegido
para este Congreso fue una paloma pintada por Pablo Picasso, que ya había
realizado varios dibujos de palomas anteriormente. Aunque la obra original
representaba una paloma de manera realista, el éxito del símbolo fue tal que
tiempo después Picasso realizó una versión simplificada de la “paloma de la paz”.
La simbología de la paloma ha quedado desde entonces tan impresa en la sociedad
que nuestro Nobel de la paz no podía ser más que para ella.
Nobel de química: la
hormiga
Está claro
que, entre los animales, los insectos son los campeones indiscutibles en cuanto
al uso de señales químicas (feromonas). Muchos de ellos son capaces de
utilizarlas, por ejemplo, para el apareamiento, pero es en los insectos
sociales donde la comunicación química alcanza su máximo exponente. Para estos
insectos, sobre todo himenópteros como abejas u hormigas, es fundamental
reconocerse entre ellos e intercambiar información sobre, por ejemplo, dónde
hay comida o si existe algún peligro cerca.
La
identificación de las primeras feromonas en insectos se produjo en los años 60,
dos sustancias relativas al apareamiento en abejas y polillas. El interés por
las hormigas comenzó en 1962, con las investigaciones de E. O. Wilson sobre las
retroalimentaciones en el comportamiento de estos animales.
Cuando una
hormiga encuentra comida y la lleva al hormiguero, deja un rastro de feromonas
que otras pueden seguir. Cuantas más hormigas recorran el mismo camino para
obtener comida de forma exitosa, y más feromonas se acumulen, más aumentará el
interés de todo el hormiguero por ir al sitio indicado a recolectar. Este
comportamiento en el que la información de unos pocos individuos se traduce en
un comportamiento colectivo puede hacerse más complejo hasta el punto de que “la
comunidad” es capaz de “decidir” cuál es el camino más corto para llegar a una
fuente de alimento o cuál es el mejor lugar de recolección entre varios
posibles.
Además, las
hormigas pueden producir una gran cantidad de químicos, muy específicos de cada
especie y colonia, que les permite reconocerse entre ellas y diferenciarse de
otras solo por las sustancias que recubren su piel. Esto, en circunstancias normales,
les permite colaborar con sus familiares e identificar intrusas.
El interés
por las hormigas ha continuado creciendo desde entonces, encontrando
sofisticados patrones en numerosos aspectos de su comportamiento: el
parasitismo, el cuidado de las larvas, las señales de alarma… Por eso, nuestro
Nobel de Química animal no podía ser más que para ellas.
He basado la información en un artículo sobre comunicación general de hormigas y otro sobre reconocimiento entre congéneres.
Nobel de física: el gato
de Schrödinger
El gato deSchödinger no existe. Se trata de una famosa paradoja que este físico utilizó en
1935 para explicar sus ideas sobre la teoría cuántica. La estructura de los
átomos ha sido una de las cuestiones clave en la Física moderna desde que a
principios de 1800 John Dalton propusiera la primera explicación a este
respecto con base científica.
Dalton, para
dar explicación a los fenómenos de reacciones químicas conocidos hasta entonces,
postuló los átomos como unidades indivisibles que pueden combinarse entre sí.
Sin embargo, con el paso de los años se descubrió que el átomo estaba a su vez
compuesto por varias partículas que determinan que tenga o no carga eléctrica
(electrones, protones y neutrones) y fueron surgiendo nuevos modelos para
explicar cómo están situadas estas partículas en un átomo y cómo interaccionan
entre sí.
Tras varias
teorías, Erwin Schrödinger (ganador del Nobel en 1933) propuso en 1926 un
modelo de átomo basado en la mecánica cuántica en la que los electrones son una
onda. Según este modelo, no podemos saber con certeza, sino solo con una cierta
probabilidad, dónde está un electrón de un átomo en un momento dado. Como el
electrón tiene cierta probabilidad de estar en dos lugares diferentes, se
interpreta una sobreposición de estados, es decir, que el electrón está en
ambos simultáneamente.
Para ilustrar
este fenómeno, Schrödinger propuso la
situación de estar frente a una caja opaca en cuyo interior se encuentran un
gato y una botella con veneno que tiene el 50% de probabilidades de abrirse, de
modo que no tenemos la seguridad de que en un momento dado el gato esté vivo o
muerto. De hecho, se asume que el gato está vivo y muerto simultáneamente hasta
que abramos la caja para comprobarlo. Así que le daremos el premio y, a la vez,
no se lo daremos.
¿Qué te parecen los premios Nobel del mundo animal? ¿Se los darías a otros candidatos?
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@biolonita
Fuente de las imágenes:
Wikipedia: Cancebero, La llamada de la selva
Loyal books: El sabueso de los Baskerville
Flickr: mosca
Blog secretos del arte: palomas de Picasso
Pixabay: hormigas 2, átomo artístico
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