jueves, 24 de enero de 2019

Aspecto y selección sexual en la naturaleza


A la última moda

¿Ya sabes qué se llevará la próxima temporada? El mundo de la moda disfruta estos días de fechas señaladas con algunos de los desfiles más importantes del año. Hoy comienza la 69ª edición de la Semana de la Moda de Madrid, después de la reciente celebración de París y las cercanas Londres, Milán y Nueva York que tendrán lugar a lo largo de febrero. La moda cumple una gran cantidad de funciones: habla de nuestra personalidad, nos hace sentirnos más guapos, nos ayuda a expresar que pertenecemos a un colectivo o lo rechazamos… Como tal, las modas se renuevan constantemente en una especie de “selección natural” que oscila entre lo que la gente se pone y lo que no. De manera similar, en la naturaleza, el aspecto de los individuos de las especies puede influir enormemente en su modo de vida y en su éxito encontrando pareja o dirigiendo un grupo. Hoy nos ponemos nuestras mejores galas para mostrar algunos ejemplos de la particular moda del mundo natural. ¡Que empiece el desfile!


Reino vegetal: una rosa es una rosa

Los seres humanos admiramos las flores por sus colores, sus formas, sus olores… pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué es así? La flor es el aparato reproductor de las plantas, y como tal su función es albergar todo lo necesario para la reproducción, es decir, las células sexuales masculinas y femeninas (gametos) y las estructuras que posibilitan la fecundación y el crecimiento del embrión.


Las plantas más antiguas tienen un aparato reproductor al que podemos denominar “flor” en tanto que cumple la función de albergar los órganos masculinos y/o femeninos y las semillas, pero no tienen pétalos ni colores llamativos. Se trata de piñas o estructuras de forma muy parecida a estas. Dichas especies no forman fruto y se las denomina gimnospermas (que significa “semilla desnuda”). Algunos ejemplos típicos son los cipreses o los pinos. En ellos, la fecundación suele realizarse por el aire y por tanto las plantas necesitan producir grandes cantidades de polen para que, con suerte, algo de ese polen consiga llegar a otra planta y fecundarla.


Por el contrario, hay otro grupo de plantas que han conseguido minimizar la producción de polen: las plantas con flor o angiospermas (“semilla en vaso”). La decoración de las flores que tan atractivas nos parecen cumple la función de atraer animales, habitualmente insectos, que se encargan de transportar el polen de una flor a otra. De esa manera, la polinización es mucho más dirigida y se necesita una producción menor para asegurar la reproducción.



Para esto, las flores lucen sus mejores galas. El color de los pétalos, por ejemplo, sirve para llamar la atención de los animales, tratando de hacer que la flor destaque sobre el resto del paisaje. En ocasiones se ha comprobado que dichos colores pueden ser más llamativos para ciertos insectos, según la forma en que estos perciben los colores.

Los colores de las flores hacen que estas destaquen sobre el fondo, igual que para nosotros en esta pasarela la modelo del vestido naranja destaca mucho más que la del vestido azul y blanco.


La forma de los pétalos también suele favorecer la atracción de insectos, y además puede facilitar la fecundación. Por ejemplo, en el grupo de las lamiáceas o labiadas, existe un pétalo inferior muy desarrollado que puede servir como “pista de aterrizaje” para los insectos. A menudo, sobre él cuelgan estambres o pistilos (órganos masculinos y femeninos, respectivamente), que favorecen que, al posarse en el pétalo inferior, el insecto se cargue de polen o polinice con el que ya lleva.

Las flores de romero (Rosmarinus officinalis) muestran la forma típica de la familia Lamiaceae, que facilita la polinización mediada por insectos.

El olor es otra pista para guiar a los insectos hasta las flores. Muchas de ellas producen olores que les resultan agradables a sus polinizadores, incluso sustancias que simulan feromonas, para atraerlos.

Esta especie (Amorphophallus titanium) se conoce como planta cadáver porque, además de su gran tamaño y que solo florece una vez cada diez años más o menos, destaca por su intenso olor a putrefacción. Esta flor es polinizada por escarabajos a los que ese olor les resulta atrayente.

La lista de estrategias que usan las flores para atraer a los animales es interminable: recompensar al polinizador con sustancias azucaradas como néctar, simular la forma y olor de la hembra de un insecto, desarrollar tubos para que solo ciertas especies puedan acceder al néctar o al polen… Existen tal cantidad de opciones con buenos resultados que las plantas con flor son hoy en día muchísimo más abundantes que sus congéneres las angiospermas. En cualquier caso, la próxima vez que veas una flor recuerda que, por muy bonita que te parezca, sus adornos están ahí porque funcionan para atraer insectos, no a ti.

Otro de estas estrategias es la de las plantas que ajustan la forma de sus pétalos a sus polinizadores. Por ejemplo, los picos de los colibríes les permiten alimentarse de flores con pétalos en forma de largos tubos en las que otros animales no pueden introducir la boca.



 Reino animal: qué guapo soy y qué tipo tengo

En el mundo animal estar guapo también es importante para encontrar pareja. Que un individuo sea atractivo refleja que tiene buenos genes y por tanto es deseable para reproducirse con él. Los adornos y los colores suponen un coste energético y además de atraer pareja también pueden llamar la atención de los depredadores. Sin embargo, la selección natural, denominada en este caso selección sexual, ha hecho que, a base de elegir parejas cada vez más atractivas, algunas de estas “modas” se mantengan y desarrollen hasta llegar a extremos insospechados.

Aunque todos los vestidos de una misma colección de moda sean muy parecidos, entre ellos existen diferencias que determinan que nos guste más uno u otro. Algo similar ocurre en la naturaleza, en que los individuos son capaces de discriminar qué sujetos son más atractivos.

El grupo experto en los “looks” más llamativos es, por excelencia, el de las aves. En aves es bastante habitual encontrar que uno de los dos sexos muestre un plumaje mucho más estrafalario que el otro, principalmente en especies polígamas (en que un macho se reproduce con varias hembras o viceversa). En estos casos, solo uno de los progenitores se encargará de cuidar a las crías, por lo que trata de elegir un compañero que, al menos, pueda aportar buenos genes a su prole.

La selección sexual hace que los individuos discriminen entre las parejas que consideran más adecuadas para transmitir ciertas características a su descendencia.

El plumaje grande, de colores intensos y brillantes no solo es agradable a la vista, sino que también es indicativo de un buen estado de salud. Refleja que el individuo es fuerte, está bien alimentado y no tiene enfermedades ni parásitos. El esfuerzo que conlleva este despliegue es tan grande que, si escasea la comida o hay demasiados competidores, algunos machos pueden no generar este plumaje llamativo durante la época de apareamiento.

En el flamenco, el color intenso del plumaje es indicativo de una buena alimentación.

El ejemplo más típico de este fenómeno es el del macho de pavo real, pero existen muchísimos más como las aves del paraíso o, sin ir más lejos, los gallos. También hay casos contrarios, como el del casuario, en los que las hembras son las que compiten por los machos, que serán quienes se ocupen de la crianza. Además, este despliegue puede ir acompañado de cantos, bailes o nidos adornados que, de manera similar, sirven para reflejar la fuerza del individuo como pareja.


Estas “modas” también son tendencia en algunos mamíferos, aunque de manera más sutil. Si bien en este grupo se lleva más demostrar la fuerza mediante rugidos y peleas, el tamaño o color de algunas estructuras corporales de los machos pueden servir para ganarse la atención de las hembras: cuernos, colmillos, melena e incluso el tamaño de la nariz o el color de la cara.

El grupo de los ciervos es famoso por las grandes cornamentas de los machos, que utilizan para competir por las hembras. 

Se piensa que la nariz del mono narigudo (Nasalis larvatus) es un atributo relacionado con su atractivo.

Por supuesto, los seres humanos también hemos heredado el afán por ponernos guapos para atraer pareja. Aparte del aspecto físico, a lo largo de la Historia y hasta el día de hoy cuando quedamos con alguien que nos gusta nos esforzamos por arreglarnos, según distintos estándares, para impresionar a esa persona. No contentos con eso, hemos ampliado las funciones de la moda a todas las escalas de nuestras relaciones sociales, convirtiéndola en un medio para expresar ideas y adecuarnos a diferentes situaciones. ¿Sigues pensando que es un “invento” humano? 


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Nota: Como esta entrada pretende ser breve y divulgativa, me he centrado en comentar los aspectos más fundamentales y fáciles de entender de la selección sexual, pero este fenómeno entraña mucha más complejidad. La selección sexual se ha estudiado tradicionalmente desde el punto de vista de las relaciones heterosexuales y es el enfoque que comento a lo largo de la publicación. Sin embargo, igual que en los seres humanos, en el mundo animal existen relaciones homosexuales y recientemente se está comenzando a estudiar cómo la selección sexual y el atractivo influyen también para estos casos. Por otra parte, también quiero puntualizar que no solo el aspecto está sujeto a selección sexual, sino que en la elección de pareja también influyen rasgos de comportamiento.

Fuentes de las imágenes:
Pixabay: flores silvestres, piñas de pino, flor y mariposa, modelo de blanco, modelo de naranja, flores de romero, romero con abeja, flor cadáver, colibrí, desfile de moda, patitos, flamencos, pavo real, gallo y gallinas, ciervo
Arkive: ave del paraíso (Paradisaea rubra), mono narigudo
Pexels: mujer de compras

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