Ecological
rhapsody
We are the
champions, Show must go on, I want to break free… Es imposible leer estos títulos sin
tararear (o cantar a voz en grito) cada canción. La obra de Queen ha marcado un antes y un después
en la Historia de la música hasta el punto de mantener una legión de fervientes
seguidores a día de hoy, como demuestra la reciente película Bohemian Rhapsody (2018). Las canciones
de Queen son originales, rompedoras y
transgresoras, y sus letras tratan temas tan universales como el éxito y el
fracaso, el amor y el desengaño, la alegría desenfrenada y la culpa
irremediable. En la entrada de esta semana quiero rendir un merecido homenaje a
esta excepcional banda contando mediante sus canciones una de las mayores
historias de amor, odio, celos y reconciliaciones del mundo: la del ser humano
y el medio ambiente. ¡Dentro música!
I want it
all: la sobreexplotación de
los recursos naturales
I want it all (“Lo quiero todo”) fue el mayor éxito
del álbum The miracle (“El milagro”),
publicado en 1989, una época en la que Queen
ya se había convertido en una banda de referencia con otros once discos a
sus espaldas. La canción habla de la ambición y el valor de pelear por
conseguir mejores condiciones de vida, rozando el egoísmo, temas que pueden
verse reflejados en el espíritu de lucha humano frente al reto de conseguir
alimento, refugio y otros bienes de un entorno a priori hostil.
Empujado por
esta determinación (como dice la canción, I'm
a man with a one track mind, “soy un hombre con una mente de ideas fijas”), y gracias a una gran habilidad para
resolver problemas complejos, el ser humano ha modificado el medio ambiente
desde tiempos inmemoriales de manera más eficiente que cualquier otro animal.
Aunque se cree que ya los cazadores nómadas pudieron influir en la extinción de
especies de macrofauna, como el oso de las cavernas o los mamuts, los impactos
negativos del ser humano comenzaron a hacerse evidentes cuando se volvió
sedentario y empezó a explotar de forma sistemática los recursos madereros,
mineros y agrícolas.
Suele decirse que las culturas antiguas no eran capaces de
explotar estos recursos hasta el punto de agotarlos (lo que podría resumirse de
nuevo en “lo quiero todo, y lo quiero ahora”), pero en algunas ocasiones
ocurrió. Por ejemplo, la minería intensiva de civilizaciones como Egipto,
Grecia y, especialmente, Roma, ocasionó el agotamiento de numerosos
yacimientos.
En cualquier
caso, la sobreexplotación de los recursos naturales se aceleró a partir de los
siglos XVIII y XIX, con la Revolución Industrial. La máquina de vapor
revolucionó todos los sectores industriales (textil, siderurgia, metalurgia…),
así como las comunicaciones y el transporte, pero también favoreció la
extracción desmesurada de combustible (fundamentalmente, leña y carbón). La Segunda Revolución Industrial, con el desarrollo del uso de la electricidad y los avances técnicos en numerosos campos
(el telégrafo, el aeroplano…), no hizo sino incrementar esta tendencia. En
resumen, un aumento acelerado en el uso de los recursos (so much to do in one lifetime, “tanto que hacer en una sola vida”) que
el ser humano tomó al grito de just give
me what I know is mine (“solo dame lo que es mío”) y no supo gestionar a
tiempo.
Interesante artículo sobre la explotación minera de los romanos e información general sobre la minería en el Antiguo Egipto.
Under
pressure: los tipos de recursos naturales
y el riesgo de perderlos
Under pressure (“bajo presión”), publicada en 1982 en
el disco Hot Space (“Espacio
caliente”), fue compuesta conjuntamente por los músicos de Queen y David Bowie, y es uno de los éxitos más célebres de ambos.
El tema refleja la frustración de vivir en una sociedad alienada, en un mundo
cuyas reglas no están motivadas por el amor ni el bienestar del prójimo. Puede
interpretarse como un canto contra la guerra, las injusticias sociales o la
discriminación, pero vamos a enfocarlo hacia las presiones que el ser humano
genera sobre el medio ambiente.
La demanda de
combustible, energía y materiales derivada de la mejora de la tecnología, la
intensificación agraria y el crecimiento demográfico nos condujeron a un siglo
XX que terminó contaminado y agotado (is
the terror of knowing what this world is about, “es el terror de saber de
qué va este mundo”), dominado por el uso de recursos no renovables como el
petróleo y sus derivados. Los recursos no renovables son aquellos que no se
regeneran o que tienen un tiempo de regeneración largo comparado con la vida
humana (de millones de años, por ejemplo), por lo que se considera que si se
utilizan, desaparecen para siempre.
Los recursos renovables, por otra parte,
son los que aunque se usen no se gastan (como la fuerza del viento, el calor
del sol o el movimiento de las mareas) o que pueden regenerarse en un tiempo
relativamente corto (como la madera de los árboles). Abusar de los recursos no
renovables ocasiona un problema tanto para el medio ambiente como para el modo
de vida que ha desarrollado el ser humano. A medida que estos recursos
comienzan a escasear aumenta la preocupación por cómo encontrar nuevos recursos
que suplan su función (pressure pushing
down on me, pushing down on you, “la presión cayendo sobre mí, cayendo
sobre ti”). Esta preocupación fue la que haría surgir propuestas alternativas,
como el uso de energías limpias o renovables, especialmente a partir de la
década de los setenta (can’t we give
ourselves one more chance?, “¿no somos capaces de darnos una oportunidad
más?”).
Another one
bites the dust: consecuencias peligrosas
para las especies
Another one bites the dust (“Otro más muerde el polvo”) está
incluida en el álbum The game (“El
juego”) de 1980. Aunque al principio los músicos no tenían fe en este tema,
llegó a convertirse en uno de sus mayores éxitos de ventas. La canción habla de
un tiroteo callejero en el que los pistoleros van siendo alcanzados uno tras
otro, lo que supone una alegoría perfecta de cómo las presiones
medioambientales de origen humano están acabando con la diversidad de especies
del planeta.
El
agotamiento de los recursos no fue el único hecho preocupante que se constató a
finales del siglo XX. La sobreexplotación, unida a otras cuatro amenazas
principales para el medio ambiente (contaminación, alteración o degradación del
hábitat, cambio climático y especies invasoras), conlleva graves consecuencias
para la supervivencia de las especies del planeta (How do you think I'm going to get along without you when you're gone?, “¿qué tal crees que voy a llevarlo sin ti
cuando te vayas?”).
La sobreexplotación y alteración de una zona reduce el
espacio que puede ocupar una población de una especie y, frecuentemente, el
número de individuos que la componen. La contaminación, además de actuar
directamente enfermando o matando, hace que las especies tengan menos recursos
(alimento, agua, refugio) y de peor calidad. Por si fuera poco, la competencia
con especies invasoras reduce aún más la capacidad de las especies de conseguir
estos recursos. Por otra parte, el cambio climático hace que las condiciones
ambientales a las que están acostumbradas las especies, como temperatura y
régimen de precipitación, varíen drásticamente.
El deshielo de los polos es una de las consecuencias más visibles del cambio climático.
Frecuentemente, las especies tienen que enfrentarse a varias de estas amenazas simultáneamente, conduciendo para muchas de ellas a la extinción (and another one gone, another one bites the dust, “y ya va otro más, otro más muerde el polvo”). El impacto es tal que se considera que las tasas actuales de pérdida de diversidad son entre 100 y 1000 veces mayores que las naturales y que nos enfrentamos a la sexta gran extinción masiva de todos los tiempos.
Somebody to
love: legislación
medioambiental
Somebody to love (“Alguien a quien amar”) es el single del disco de 1976 A day at the races (“Un día en las
carreras”). Habla de la soledad de alguien que, habiéndose esforzado al máximo,
no ha recibido nada de amor a cambio. Refleja un sentimiento de desesperanza
totalmente opuesto al “lo quiero todo” que había impulsado la Revolución
Industrial y por eso es perfecto para explicar el cambio social que conllevaron
los inicios de la legislación ambiental.
Por suerte,
la crisis ambiental removió conciencias y también espíritus más prácticos, conduciendo a la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, celebrada en Estocolmo en 1972, también llamada
Conferencia de Estocolmo o Cumbre de la Tierra. En esta reunión se reconocieron
los problemas medioambientales que estaban (y están) teniendo lugar en todo el
mundo (each morning I get up I die a
little, “cada mañana que me levanto muero un poco”) y se estableció que
debía ponérseles remedio de manera global.
La Conferencia no tuvo muchas
consecuencias efectivas, pero un fue un punto de inflexión para que países de
todo el mundo, y especialmente los europeos, comenzasen a elaborar leyes para
la protección del medio ambiente (I ain't
gonna face no defeat, “no voy a enfrentarme al fracaso”). El objetivo ideal
sería alcanzar un desarrollo sostenible, en el que el desarrollo
socio-económico humano no estuviera reñido con la protección y preservación del
planeta.
La
Conferencia de Estocolmo abrió la veda para posteriores cumbres mundiales: Río
de Janeiro (1992), Johannesburgo (2002) y de nuevo Río (2012). También sentó
las bases para posteriores acuerdos internacionales como el Protocolo de Kioto
(1992), referente a las emisiones de gases de efecto invernadero. Los acuerdos
alcanzados a gran escala han sido fundamentales para cambiar la mentalidad y la
forma que tiene el ser humano de relacionarse con el medio ambiente.
En Europa,
estos acuerdos se traducen en directivas europeas, que a su vez se trasponen a
la legislación de cada país y, dentro de ellos, a cada región. Así, se han
impuesto restricciones a la explotación y la contaminación desde el nivel
industrial al particular y se han delimitado espacios de conservación natural.
Esto significa que, aunque todavía queda mucho por hacer, cada vez es más
difícil dañar el planeta sin ser penado por ello (one day I’m gonna be free, “un día voy a ser libre”).
Bicycle race: alternativas ecológicas para todos
Bicycle race (“Carrera de bicicletas”) fue el tema
principal del álbum Jazz, publicado en 1978. Como en otras canciones del grupo,
en Bycicle race prima la
experimentación de ritmos, voces y sonidos, llegando a incluir el timbre de la
bicicleta. La letra más que contar una historia se centra en el sonido de las
palabras, utilizando la contraposición de ideas con un tono humorístico (You say black, I say white / You say bark, I
say bite / You say shark, I say hey man, “Tú dices negro, yo digo blanco /
Tú dices ladra, yo digo muerde / Tú dices tiburón, yo digo eh tío”). Con esta
oda a la bicicleta y a la experimentación llegamos al punto actual de la
historia: la búsqueda de soluciones ecológicas para reducir los impactos
medioambientales.
Desde la década
de los setenta hasta la actualidad no solo se han creado leyes para proteger al
medio ambiente, sino que ha habido un fuerte cambio en la sociedad y nos hemos
concienciado sobre la importancia de proteger el planeta. Todos conocemos cómo
debemos gestionar nuestros residuos (la regla de las tres Rs: reducir,
reutilizar, reciclar) y separar la basura, sabemos que debemos ahorrar luz y agua
en la medida de lo posible y que es mejor utilizar el transporte público o la
bicicleta (I want to ride my bicicle, I
want to ride my bike, “Quiero montar en mi bicicleta, quiero montar en mi
bici”) que el transporte privado. Es difícil pensar que los pequeños gestos
pueden tener repercusiones a gran escala, pero las tienen. Este cambio de
mentalidad y hábitos es lo más importante para cuidar el planeta y avanzar
hacia un desarrollo sostenible.
Como ejemplos: una infografía sobre el ahorro que supone reducir el gasto de agua, consejos para ahorrar energía en casa y un artículo acerca de la contaminación atmosférica asociada al uso del coche.
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Fuentes de las imágenes:
Unsplash: personas junto a locomotora
Pixabay: oso polar, leopardo de las nives, protección ambiental
Biblioteca audiovisual de legislación internacional: Conferencia de Estocolmo
Wired: Protocolo de Kyoto
Pixabay: oso polar, leopardo de las nives, protección ambiental
Biblioteca audiovisual de legislación internacional: Conferencia de Estocolmo
Wired: Protocolo de Kyoto
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