lunes, 24 de septiembre de 2018

Morfología de la depredación (Parte 2)


Predator Vs depredadores reales


Retomando…
Si recuerdas la entrada de la semana pasada, estábamos enfrentando las características de los terribles Predator con las de depredadores reales. De momento, los animales reales habían demostrado tener una vista y oído muy superiores a los Predator, pero los alienígenas se habían anotado un tanto gracias a sus sofisticadas fauces. ¿Quién ganará? ¡Continúa el combate!

Ronda 4: el olfato

El olfato se encarga de identificar la presencia de químicos volátiles (que se difunden fácilmente al aire). Todos los animales desprendemos estos químicos en múltiples formas, desde la saliva, el sudor o la orina hasta ciertas hormonas que pueden indicar nuestro estado (edad, sexo, etapa del ciclo reproductor) o de salud. Por lo tanto, identificar olores puede dar mucha información sobre la ubicación y el estado de una presa. La nariz es el órgano externo encargado de captar los olores y en su interior se encuentran sustancias mucosas (pitutitaria) donde se sitúan los receptores olfativos.  

De manera análoga a los ejemplos anteriores, el tamaño de la nariz, la superficie de la pitutitaria y el tamaño de los receptores son determinantes para la capacidad olfativa. Probablemente los mejores ejemplos a este respecto sean los cánidos, como lobos y perros, y los osos. Estos animales tienen hocicos grandes, su pituitaria está distribuida en numerosos repliegues y poseen un elevado número de receptores en ella. Por eso son capaces de detectar presas a grandes distancias y es habitual verlos olfateando en todas direcciones. Los osos, por ejemplo, pueden percibir presas heridas a distancias superiores a 10 kilómetros.


En este caso, creo que estoy en situación de afirmar que los Predator no tienen nariz ni ningún orificio en el rostro que parezca cumplir la función olfativa.

Nada más que añadir, señoría: Depredadores reales 3 – Predator 1

Para saber más sobre el olfato de los cánidos.



Ronda 5: el tacto

Una de las estrategias más utilizadas de manera universal en la caza consiste en tender una trampa y esconderse hasta que alguna presa cae en ella. La manera de detectar la presencia de los animales atraídos o atrapados suele ser mecánica, es decir, por el tacto. 


Ya habrás adivinado que las arañas son los depredadores expertos por excelencia en esta técnica gracias a sus pegajosas redes. Como seguramente sabrás, las telarañas de estos invertebrados son una trampa muy sofisticada. Para empezar, la seda con la que están tejidas es muy resistente. Además, la estructura de la telaraña suele ser compleja y contribuye a reforzar la resistencia, aumentar la superficie de captura y distribuir la tensión uniformemente. Por si fuera poco, estas redes son tan finas que pueden resultar difíciles de detectar o casi invisibles a las presas y algunas partes tienen un recubrimiento pegajoso. Las vibraciones que genera una presa al caer en la telaraña alertan al depredador de una manera tan precisa que las arañas pueden saber casi de inmediato qué tamaño tiene el animal y dónde se encuentra. Aunque la forma, tamaño y cantidad de las telarañas depende de cada especie, y algunas arañas no las utilizan, estas estructuras son realmente impresionantes.


Además de las arañas, otros muchos animales utilizan la técnica de esperar escondidos hasta que aparece su presa o atraerla hacia ellos. Por ejemplo, podríamos citar los animales marinos que esperan ocultos entre la arena del fondo a que sus presas pasen cerca de ellos o los peces abisales,  que cuentan con un apéndice luminoso que, a modo de “caña de pescar”, atrae zooplancton y otras presas.


Está claro que la capacidad de camuflaje del Predator es un método eficaz para acechar sin ser detectado, pero no tiene la capacidad de detección de la araña ni atrae de manera intencionada a sus presas.

Este punto está reñido, pero me decanto por los depredadores reales: Depredadores reales 4 – Predator 1

Para saber más sobre algunos peces abisales: enlace 1 y enlace 2.




Ronda 6: La complexión física

Además de unos sentidos especializados, existen otras adaptaciones musculares y esqueléticas relacionadas con la persecución y captura de presas. Por ejemplo, la mayoría de felinos son capaces de desarrollar una velocidad punta mayor que la de sus presas habituales, aunque durante un tiempo mucho menor y, habitualmente, con una capacidad de maniobra más reducida. Como todo se decide en unos pocos segundos, suelen acercarse todo lo posible a su objetivo antes de comenzar la persecución. De hecho, una de las imágenes más repetidas en los documentales de naturaleza sea probablemente la de una leona acechando a una gacela, echando a correr tras ella y perdiéndola. También es de sobra conocido que los guepardos, los animales terrestres más veloces, han llevado esta estrategia al extremo hasta el punto de que sus músculos puedan desarrollar velocidades de infarto en unos pocos instantes.


Aunque los depredadores suelen ser veloces, no todos lo son tanto como el guepardo. La mayoría tienen una combinación de velocidad con unos desarrollados músculos, especialmente en patas y mandíbulas, que permitan abatir a sus presas con la mayor eficacia posible. Sería el caso de los tigres o los tiburones.

Comparación de la complexión del tigre con la del guepardo.

A este respecto, los Predator poseen sin duda una superioridad en fuerza y agilidad inimaginable para cualquier criatura de nuestro planeta, así que este punto es para ellos: Depredadores reales 4 – Predator 2


Y el ganador es…

Según hemos ido detallando, los depredadores reales serían capaces de vencer a los Predator sin discusión en lo que a detección de presas se refieren. Estos animales han conseguido sofisticar sus sentidos para percibir con una precisión milimétrica la presencia de una presa potencial y poder capturarla, mientras que los Predator, aunque fuertes y terroríficos, no parecen tener una percepción muy fina.

Para un análisis más sintético, podemos examinar el cráneo de un predator en comparación con algunos de los animales que hemos mencionado. El espacio dedicado a albergar los órganos sensoriales en el cráneo (el tamaño de los huecos para ojos, nariz, etc.) suele estar relacionado con la importancia de dicho órgano como fuente de información para el animal. De hecho, esta aproximación se utiliza en paleontología para inferir las características de animales extintos. De acuerdo a esto, podemos observar por ejemplo que el cráneo de los felinos y las rapaces, que poseen una vista prodigiosa, cuenta con unas cuencas oculares grandes.


Cráneos de gato y de águila calva.

En el cráneo de los Predator no se aprecian apenas huecos para el oído ni la nariz. Si bien el hueco de los ojos es grande, sus ojos reales no parecen muy efectivos. Quizá los abundantes huecos en los que se insertan sus “rastas” podrían indicar que estos apéndices tuvieran una función sensorial importante, pero a juzgar por su comportamiento no parece probable. Por el contrario, el rasgo que más destaca del Predator es su enorme capacidad cerebral. De hecho, las mejores armas de caza de estas criaturas son sus dispositivos tecnológicos y, por tanto, su inteligencia.


Los Predator, en conclusión, son eficientes pensando, utilizando herramientas y resolviendo problemas, pero no detectando presas del modo en que lo hacen los depredadores reales. Aunque sin duda son cazadores formidables, aplicarles el término “depredador” me parece un poco pretencioso teniendo en cuenta que ni cazan por sus propios medios ni se alimentan de lo que cazan. Es decir, se parecen más a los humanos que a los animales que hemos comentado. En realidad, se diría que estas criaturas de cine se diseñaron más para dar miedo (algo que, sin duda, consiguen) que para ser eficaces.



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@biolonita


Enlaces a las fuentes de las imágenes:
Pinterest: cara predator 1
Shutterstock: iconos sentidos
Pixabay: osoperro, araña 
Outerplaces: predator 2
Wikipedia: pez
Neca: predator 3
Flickr: guepardo corriendo
Skulls unlimited: cráneo de gato, cráneo de águila 
Fate gate: cráneos de predator

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