viernes, 29 de marzo de 2019

Shazam y la Neotenia: animales con características infantiles

Los Shazam son los nuevos veinte

El principal atractivo de la película Shazam!, que se estrena hoy, es el humor. Esta atípica historia de superhéroes, basada en un personaje de DC Comics, está protagonizada por Billy Batson, un chaval que obtiene la capacidad de convertirse en un héroe todopoderoso (y adulto) con solo decir la palabra mágica “Shazam”. En su forma de superhéroe, Billy no solo puede disfrutar de poderes como volar, tener superfuerza o lanzar rayos, sino que además obtiene la libertad de un adulto para salir por ahí a divertirse. Parece el sueño de todo niño hecho realidad, aunque ser un adulto que se comporta como un crío puede tener ciertas desventajas. ¿O no? Resulta que en los procesos de evolución naturales de vez en cuando nos encontramos precisamente con este fenómeno, es decir, adultos que presentan características infantiles. ¿Cómo es esto posible? Sigue leyendo porque en la entrada de hoy nos lo vamos a pasar yupi.

El personaje Shazam originariamente se llamaba Capitán Marvel, y la palabra SHAZAM son en realidad las siglas de varios dioses y héroes clásicos.

Las ventajas de ser un crío

La presencia de características infantiles o juveniles en un individuo adulto se denomina neotenia. Por lo general, no se utiliza para hablar de individuos aislados sino de fenómenos que afectan a toda una población o especie. Se trata de un mecanismo evolutivo que retrasa o evita el desarrollo de características adultas. De ese modo, algunos rasgos infantiles pueden permanecer presentes durante toda la vida del individuo aunque llegue a la madurez sexual. Este mecanismo está especialmente bien estudiado en peces y anfibios, sobre todo en relación al proceso de la metamorfosis, y parece que está asociado a la producción de hormonas tiroideas, que promueven la madurez de manera general en todos los grupos de vertebrados.


La neotenia, como tantos otros procesos evolutivos, se mantiene en un grupo cuando resulta ventajosa por alguna circunstancia. Por ejemplo, en algunos insectos la edad adulta conlleva la aparición de alas. Sin embargo, en zonas frías y con poco alimento, las alas pueden ser desventajosas porque implican un coste energético extra y provocan que se pierda calor más fácilmente. En estos casos aparecen especies de insectos que, aunque están relacionadas con otras que tienen alas, nunca llegan a desarrollarlas.

Las estructuras corporales grandes y finas, como las alas, provocan pérdida de calor, como ya explicamos en la entrada de la semana pasada en relación a las orejas de los elefantes. Para los insectos que viven en ambientes fríos, que necesitan minimizar esta pérdida de calor, pueden ser perjudiciales.

¡Ni que tuvieras cinco años! Algunos ejemplos

La neotenia está muy documentada para varias especies de salamandras y, en concreto, el ajolote, que es probablemente el animal más mencionado cuando se habla de neotenia. El ajolote (Ambystoma mexicanum) es un anfibio mejicano que habitualmente no pasa por el proceso de metamorfosis y alcanza la madurez sexual conservando muchas particularidades juveniles.



Su rasgo más característico es la presencia de branquias a lo largo de toda su vida, sin llegar nunca a desarrollar los pulmones típicos de los anfibios adultos. Por tanto, su modo de vida es exclusivamente acuático. Parece ser que en esta especie se ha producido una tendencia evolutiva hacia “la vuelta” a la vida en el agua, por la razón que sea, y la evolución “se ha valido” del mecanismo neoténico para ello.  Dicho sea de paso, como mencionamos en la entrada sobre Cómo entrenar a tu dragón, se trata de una especie clasificada como "en peligro crítico de extinción", principalmente por la contaminación del agua y la degradación de su hábitat.


Observa cómo el ajolote presenta rasgos muy similares a los de los renacuajos de otros anfibios, en vez de parecerse a los animales adultos.

El otro caso típico que suele mencionarse al respecto de la neotenia es el de los animales domésticos, y en concreto el perro. Los perros presentan varias diferencias con los lobos salvajes, y muchas de ellas parecen estar relacionadas con la neotenia. Es decir, la apariencia de los perros se parece más a la de los lobeznos que a la de los lobos adultos: ojos grandes, orejas caídas, hocicos achatados…

¿A quién se parece más el perro, al lobezno o al lobo adulto?

Lo más curioso es que esta apariencia va acompañada además de un comportamiento infantil. De manera general, los perros tienden a ser más sumisos y dependientes de su dueño de lo que un lobo adulto sería del líder de su manada. Como comportamientos concretos, podemos mencionar los ladridos frecuentes o el hecho de saludar lamiendo. Ambos son comportamientos habituales en los lobeznos, pero no en los lobos adultos.


Las presiones selectivas a las que se han sometido los perros están determinadas por las preferencias de los humanos y son más fáciles de identificar que en el caso del ajolote. Generalmente, se ha argumentado que los humanos preferimos animales dóciles y que esta selección de comportamiento ha llevado a los cambios físicos de manera indirecta. Por el contrario, algunos estudios sugieren que los humanos, de forma más inconsciente, preferimos los perros con aspecto de cachorro. Por ejemplo, se ha comprobado que los perros con mayor expresividad del rostro, un rasgo que también está asociado a las crías, son más elegidos en las adopciones.


Piensa lo “mono”, “lindo” y “cuco” que te parece un perro adulto de razas “aniñadas” como el pomerania o el yorkshire en comparación con otros más similares a los lobos como los pastores alemanes o los huskies.
Puedes consultar este estudio (en inglés) en el que se relacionó las características infantiles del rostro de los perros, y en especial su expresividad, con la preferencia de la gente a la hora de elegirlos.

En realidad, el aspecto y el comportamiento infantiles parecen estar íntimamente relacionados y no es fácil saber si la selección ha sido más fuerte sobre uno u otro o se trata de una mezcla de ambos.


En esta imagen puedes ver de forma sintética cómo han ido variado las características físicas del rostro del perro desde sus ancestros lobunos. La imagen está modificada a partir del esquema del libro Understanding your dog for dummies ("Entendiendo a tu perro para tontos"), de Stanley Coren y Sara Hodgson. Puedes hojear el libro en google books en este enlace.

Si tienes curiosidad por este tema, además del libro mencionado, puedes echar un ojo a esta web (en inglés), donde vienen explicadas varias características infantiles observadas en diferentes razas de perros. También puedes visitar la entrada del blog sobre comportamiento social y dominancia para saber más sobre el modo de vida de los lobos.

Humanos: el eterno Peter Pan

Y, ¿para qué irnos tan lejos cuando nuestra propia especie tiene tantos ejemplos de neotenia? De hecho, se ha sugerido que la neotenia puede ser una de las claves de nuestra evolución. Desde un punto de vista físico, si comparas a los humanos con otros primates te darás cuenta fácilmente de  que somos más similares a las crías que a los adultos. Nuestra cabeza redondeada, nuestra cara aplanada, nuestros brazos cortos… todo nos hace parecer un primate bebé.


 A la izquierda, un gorila (género Gorilla) adulto, a la derecha, una cría.

 A la izquierda, una cría de bonobo (Pan paniscus). A la derecha, un adulto. Se trata de una de las especies más emparentadas con los humanos.
En esta familia humana, ¿ves el parecido, tanto de niños como adultos, con las crías de otros primates?

Como sucedía con los perros, nuestros rasgos van acompañados de un comportamiento infantil. Esto no significa necesariamente que, como ocurre en Shazam!, seamos inmaduros o irresponsables, sino que tenemos una enorme capacidad de aprendizaje durante toda nuestra vida. Una de las características clave del ser humano es, precisamente, que podemos aprender nuevos procesos, resolver problemas y ser creativos. Y parece que esto, en parte, está relacionado con las características neoténicas.


En resumen, podríamos decir que Shazam es un individuo neoténico porque alcanza la edad adulta (y además de manera reversible) sin perder las características infantiles, al menos a nivel de comportamiento. ¿Serán estas características ventajosas, como sucede con el proceso evolutivo, para derrotar a los poderes malvados a los que sin duda tendrá que enfrentarse? Habrá que ver la película para salir de dudas.



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Fuentes de las imágenes:
Sensacine: cartel de Shazam
IUCN redlist: ajolote
Mouse: fotograma Shazam

¿Para qué sirven las orejas?


¿Qué es el viento? Dumbo en movimiento


Dumbo (1941) es probablemente uno de los personajes más entrañables de Disney. Sin duda, una de las claves de la historia es la empatía que nos inspira este pequeño bebé elefante que sufre las burlas de los animales del circo debido a su torpeza y, sobre todo, a sus grandes orejas. De hecho, es apodado Dumbo porque dumb, en inglés, significa “tonto”. Por suerte, Dumbo al final consigue que su gran defecto se convierta en su mayor virtud: sus descomunales orejas le permiten volar. Este Patito feo sigue enterneciéndonos a día de hoy y enlaza perfectamente con los temas de acoso y bullying que tan presentes están en la sociedad actual. Tal vez por eso tengamos tantas ganas de ver la nueva versión que acaba de estrenarse. Por supuesto, sabemos que se trata de una historia de ficción porque, aunque los elefantes tienen las orejas más grandes del mundo animal, por supuesto todavía no existe ninguno que las utilice para volar. ¿Por qué son tan enormes entonces? Y, ¿qué hace falta para que un animal sea capaz de volar? En la entrada de hoy hablamos de aire, sonido y altos vuelos. ¡Abrochaos los cinturones!


Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!

Las orejas o pabellón auricular son la parte más externa del sistema auditivo. La forma en “embudo” de las orejas funciona como una “antena parabólica” que ayuda a conducir las ondas de sonido hasta la parte interna del oído. Como seguramente habrás estudiado muchas veces, en los mamíferos, y particularmente los vertebrados, el oído se compone de tres partes: externo, medio e interno. Los sonidos que llegan al oído hacen vibrar una membrana, el tímpano. Esta vibración se transmite por la cadena de los tres huesecillos del oído medio y finalmente llega a los espacios llenos de líquido del oído interno, donde es detectada por unas células nerviosas especializadas que transmiten la información al cerebro.

Los mamíferos somos los únicos animales con orejas y también los únicos con tres huesos en el oído medio (martillo, yunque y estribo) en vez de uno. Estas piezas derivan de unos huesos que, en nuestros ancestros de hace 300 millones de años, formaban parte de la mandíbula. Se cree que, cuando aparecieron los primeros mamíferos allá por la época de los dinosaurios, la mejora del sistema auditivo fue muy importante porque estos mamíferos eran principalmente pequeños animalillos nocturnos, parecido a pequeños roedores, que necesitaban orientarse en la oscuridad.



El dimetrodon, el famoso "dinosaurio con una vela en la espalda" y ancestro directode los mamíferos, no presentaba la cadena de tres huesecillos. Este pequeño animal con pinta de musaraña o zarigüella, el Adelobasileus, fue uno de los primeros mamíferos y sí la tenía.

Más información sobre el paso de los huesos de la mandíbula a los del oído en  la web Understanding evolution (en inglés).

Como es lógico, el sonido es una fuente de información fundamental en la vida de un animal para analizar su entorno y detectar la presencia de depredadores o presas. En este contexto, los mamíferos han desarrollado una enorme variedad de orejas. Además, la mayoría de estos animales cuentan con gran cantidad de músculos encargados de mover las orejas en todas direcciones para detectar la intensidad y dirección de la que provienen los sonidos. Muchos de ellos pueden incluso mover cada oreja de manera independiente. Algunos ejemplos típicos de grandes orejas que además pueden moverse independientemente serían los conejos y los felinos como el caracal o el serval.


Un caso extremo de orejas grandes y complejas sería el murciélago, que es famoso por desarrollar su vida en la oscuridad y orientarse por el sonido.


También conviene mencionar que, si bien las orejas son exclusivas de los mamíferos, no son la única manera de mejorar la audición. Las aves, por ejemplo, pueden utilizar la forma y dirección de sus plumas para hacer esta función de “embudo” tan típica de la oreja.

La forma redondeada de la típica “careta” de las lechuzas les permite captar el sonido de su entorno. En vez de mover las orejas, estos animales mueven la cabeza para detectar el sonido. Por eso es frecuente que veas a las lechuzas o los mochuelos girando el cuelo hacia todas direcciones. Puedes aprender más sobre el desarrollo del oído en la entrada sobre depredación del blog.

Alzando el vuelo

Probablemente, la asociación de los elefantes como Dumbo con la capacidad de volar se debe a que el movimiento de estas enormes orejas nos recuerda al aleteo de los animales con alas. Es cierto que para que un animal sea capaz de volar las alas por lo general deben tener una gran envergadura en relación al tamaño del animal, pero esa no es la única condición.

Las alas de las aves como el águila suelen tener una envergadura muy grande comparadas con el resto de su cuerpo.

El vuelo es una actividad que implica un enorme gasto energético y unos músculos muy potentes que lo lleven a cabo. Las aves, el grupo de vertebrados voladores por excelencia, poseen en consecuencia unos músculos extremadamente fuertes que sujetan las alas al cuerpo y permiten impulsarlas. Se trata del músculo pectoral y el supracoroides. Estos dos músculos, además, se apoyan sobre una estructura esquelética especial: la quilla. Esta es una extensión del esternón, que está por tanto en el centro del cuerpo y además de servir de punto de agarre para los músculos contribuye también a mantener la estabilidad y la posición. Además, las aves presentan otras adaptaciones al vuelo, como una menor densidad de los huesos y varios tipos especializados de plumas que les permiten controlar hacia donde vuelan.


Como podéis imaginar, las orejas de los elefantes, como en todos los mamíferos, están hechas de cartílago y los músculos que las mueven no son especialmente fuertes ni se apoyan sobre ninguna estructura esquelética resistente al peso. Esto significa que un elefante no sería capaz de impulsar sus orejas con la fuerza suficiente para alzar el vuelo ni sería capaz de “sostenerse” sobre ellas durante un vuelo. Además, su posición en la cabeza no ayudaría mucho a la estabilidad del animal. Por supuesto, esta magia de lo imposible es lo que hace que nos guste Dumbo.


No solo de sonido viven las orejas

Como hemos visto, las orejas grandes como las que poseen los elefantes sirven para conducir los sonidos al oído interno de manera muy eficiente, pero esa no es su única función. De hecho, aunque los elefantes pueden beneficiarse de su agudo oído, no son animales que tengan una necesidad especialmente grande para localizar presas, porque son herbívoros, ni depredadores, porque no suelen ser la presa habitual de ninguno. Entonces ¿por qué, por qué son tan grandes?


La respuesta es el calor. Seguramente hayas visto muchas veces a los elefantes mover sus orejas como si se tratasen de dos gigantescos abanicos. Esto se debe, efectivamente, a que los elefantes viven en zonas muy cálidas y necesitan bajar su temperatura corporal. El movimiento de abanico ayuda a crear corrientes de aire que refrescan todo el cuerpo y mantienen alejadas a las moscas y otros insectos.


Además, las orejas también ayudan a disipar el calor de manera pasiva. Las orejas son grandes y finas, y están llenas de capilares sanguíneos. Cuando la sangre proveniente del cálido interior del cuerpo y pasa por las orejas entra en contacto con la temperatura del aire y su temperatura baja. Esta sangre enfriada regresa al cuerpo y ayuda a disminuir la temperatura corporal. Este mecanismo también aparece en otros muchos mamíferos de zonas cálidas, como el fenec o el jerbo.


Aunque está claro que Dumbo no podría volar en el mundo real, ahora sabemos que, por lo menos, sus enormes orejas le servirían para refrescarse los días de calor. En cualquier caso, en el mundo de la ficción, este querido personaje continuará inspirándonos como símbolo de ilusión y superación.




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Fuentes de las imágenes:

viernes, 22 de marzo de 2019

Oda a la bacteria


Día de la poesía 2019


¡Oh, bacteria!, tan pequeña
que yo no pudiera
verte aunque quisiera.

¡Oh, bacteria!
¡Oh, eterna compañera!
Tantos siglos invisible
mas presente por doquiera.

Se especuló tu existencia,
te observaron con paciencia,
te encontraron en enfermos
y te declararon la guerra.

Streptococcus pneumonia es una causa de las causas de la neumonía y otras enfermedades como la meningitis

¡Oh, bacteria!, tan temida
por tuberculosis,
tifus y neumonías.

¡Oh, bacteria!
¡Oh, mi maltratada amiga!
Que en ocasiones me enfermas
y en otras salvas mi vida.

Luego te descubrirían
en yogures, piel y tripa,
en bocas y en intestinos,
cuidándonos día a día.

Lactobacillus bulgaricus es una de las principales responsables del proceso de fermentación que convierte la leche en productos como el yogurt o el queso

¡Oh, bacteria!, tan pequeña,
tan simple y compleja,
tan joven y vieja.

¡Oh, bacteria
del agua, el aire y la tierra!
Cocos, bacilos y vibrios
y de condiciones extremas.

Tras tu membrana, bacteria,
¿qué escondes en tu cadena
circular de ADN?
¿Qué más misterios encierras?

Thermus aquaticus es una especie extremófila que vive junto a aguas que se encuentran a altas temperas. De ella se utiliza la proteína esencial para realizar la PCR, es decir, el proceso de amplificación genética que permite realizar análisis de ADN

¡Oh, bacteria!
Tú, abundante; tú, diversa,
Reina entre los procariotas,
de los microbios, princesa.
Abuela de toda célula,
de la evolución pionera.

¡Oh, bacteria!, tan pequeña
que yo no pudiera
verte aunque quisiera.

Escherichia coli es una de las bacterias más abundantes de nuestro sistema digestivo. Es fundamental para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo, pero también puede causar infecciones.



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Fuentes de las imágenes:
Wikipedia: Streptococcus, Thermus
Phytocode: Lactobacillus
Biocote: Escherichia

sábado, 16 de marzo de 2019

El rey Arturo: Sociabilidad y dominancia en el reino animal


El animal que puede ser rey

¿Qué tienen las historias de reyes y caballeros que no nos cansamos de revivirlas en el cine? Merlín el encantador (1963), Los caballeros de la mesa cuadrada (1975), Aventuras en la corte del rey Arturo (1995), Desmadre en Camelot (1998), El rey Arturo (2004), La leyenda de Excalibur (2017)… Ahora acaba de llegar a los cines una nueva adaptación de la famosa leyenda: El niño que pudo ser rey, en la que volveremos a encontrarnos con Merlín, Lanzarote o Morgana. Esta vez, reviviremos la épica historia de la mano de Alex, un niño de doce años que encuentra la espada Excalibur de manera inesperada. Con ella, y acompañado de sus compañeros de clase, tendrá que enfrentarse a un montón de monstruos mientras la frontera entre nuestro mundo y las leyendas se desdibuja. 

Este tipo de aventuras protagonizadas por reyes, príncipes y princesas son comunes en nuestros cuentos, en parte porque en una sociedad humana es fácil entender el papel de un rey o de otra figura de gobierno. Pero, ¿qué ocurre en el mundo natural? ¿Hay reyes entre los animales? En la entrada de hoy hablamos de grupos sociales y por qué es necesario en ellos la figura de un líder. ¡Larga vida al rey!

¿Juntos o revueltos?

Muchos animales llevan un modo de vida solitario, pero otros forman grupos para defenderse de los depredadores, localizar más rápidamente el alimento o cazar presas más fácilmente. Aunque tal vez te sorprenda, algunas de estas asociaciones no tienen un contexto social. Los ñus africanos, por ejemplo, pueden encontrarse en grandes grupos que se mueven juntos, especialmente en época de cría y migración. Aunque suelen organizarse en pequeños grupos de machos dominantes con un harén de varias hembras, no existe un “jefe” que dirija toda la manada.



Este agrupamiento, sin embargo, puede resultarles muy ventajoso para protegerse de los depredadores. Por ejemplo, ante el ataque de un león, el movimiento de una manada huyendo puede hacer que al depredador le sea difícil fijarse en una sola presa y disminuye las probabilidades de que ataque a un individuo en concreto. Además, en estos grupos pueden crearse “guarderías”, es decir, espacios en el centro del grupo donde mantener a las crías protegidas.

Observa a estos ñus (género Chonochaetes) cruzando el río a toda prisa. Observa lo difícil que resulta distinguir individuos concretos en la parte más densa del grupo. En movimiento, es aún más complicado.

Otros ejemplos serían las aves que migran en grupo, como los gansos, o las que realizan sus puestas en grupo, como los pingüinos. En este último caso de nuevo nos encontramos con una estrategias para evitar la depredación durante las puestas y proteger a las crías mientras son vulnerables.

Los pingüinos emperadores (Aptenodytes forsteri) incuban en grandes explanadas, dejando entre ellos solo el hueco justo para no llegar a darse picotazos entre ellos.

Uno para todos, todos para uno

Al contrario de lo que hemos visto, los animales sociales suelen formar grupos menos numerosos en los que los individuos se reconocen entre ellos y establecen una jerarquía y un reparto de tareas. En un grupo jerárquico normalmente existe un individuo o una pareja de individuos dominante y uno o varios niveles por debajo de ellos. Los individuos dominantes se encargan de tomar las decisiones y de solucionar las posibles disputas del grupo, eliminando así el tiempo que los individuos pasan peleando por los recursos y optimizando el tiempo que emplean en buscar comida o vigilar la presencia de depredadores.

Los individuos que forman una manada de lobos (Canis lupus) colaboran entre sí para tener más posibilidades de abatir presas grandes.

El tamaño óptimo de un grupo debe permitir mantener un equilibrio entre el tiempo que los individuos emplean en la obtención de alimento (buscándolo y/o cazándolo), la cantidad de peleas entre ellos y el riesgo de sufrir depredación o hambruna, y puede variar en función de los recursos disponibles en cada momento. Esto quiere decir que los grupos considerados “pequeños” según este criterio tenderán a incluir más individuos hasta llegar al tamaño óptimo y los grupos “grandes” tenderán a rechazar o echar individuos.


¿Rey o vasallo?

Dentro de las especies sociales, cada una tiene su particular forma de organización: algunos son temporales (por ejemplo, se forman en la temporada invernal cuando hay poco alimento o en la época de cría) y otros estables (perduran a o largo de las distintas temporadas), algunos tienen una proporción similar de machos y hembras y otros están sesgados hacia uno de los dos sexos… Sin embargo, todos suelen tener dos figuras básicas: individuos dominantes e individuos sumisos.

Los gorriones (Passer domesticus) forman bandos invernales para encontrar alimento durante esta época de escasez. Como vimos en la entrada sobre aspecto en la naturaleza, el macho dominante muestra una mancha negra bajo el pico (babero) de color más intenso y tamaño mayor que cualquier otro miembro del grupo. 

El individuo dominante, el “rey”, como hemos mencionado antes, cumple la importante función de lidiar con los problemas del grupo. Como recompensa, tiene un acceso mayor a recursos como el alimento (por ejemplo, puede comer el primero o cobrar la mejor pieza de una presa) o la reproducción (tiene preferencia para aparearse o es el único que lo hace). A pesar de ello, ser rey conlleva un gran desgaste, ya que implica una gran responsabilidad por tener que cuidar de la manada y una tensión constante ante posibles competidores que puedan robarte el puesto. Es decir, un poco como los reyes o presidentes de las sociedades humanas.

En una manada de leones (Panthera leo), hay un macho dominante (o, en ocasiones, dos o tres) que se reproduce con las hembras del grupo.

En el extremo contrario, los individuos sumisos tienen un acceso menor a los recursos, pero no están sometidos a estas presiones. Eso significa que, en situaciones de pocos recursos, pueden verse expuestos a pasar hambre y tal vez a no llegar a reproducirse nunca. Sin embargo, cuando hay abundancia pueden llenar el estómago sin preocupaciones y tener opción a la reproducción.

Los simios somos en general muy sociables. Cuando vemos una interacción en la que un individuo se muestra agresivo y otro sumiso, tendemos a pensar que el sumiso está oprimido. Sin embargo, ser un individuo sumiso en un grupo puede tener grandes ventajas.

El lobo feroz y el rey león

Veamos algunos ejemplos. Los casos típicos de animales con grupos sociales son, como seguramente hayas adivinado hace rato, el lobo y el león. Ambos forman manadas unidas por lazos familiares, pero de manera muy distinta.


Para empezar, los lobos, que en la cultura popular suelen ser representados como animales feroces y en ocasiones solitarios, componen grupos dominados por una pareja alfa, macho y hembra, a modo de “rey y reina”. Estos dos individuos, y especialmente el macho, son los que “tienen derecho” a reproducirse cuando llega la época de apareamiento. En años con recursos escasos, la hembra alfa puede estresar a otras hembras embarazadas para provocarles abortos y asegurarse de que sus hijos sobreviven. El resto del grupo colaborará activamente en la crianza de los lobeznos cuando nazcan. Normalmente, aunque no necesariamente, se compone de hijos anteriores, tíos y primos.


Por otra parte, los leones se organizan en grupos familiares de hembras dominado por uno o unos pocos machos. Cuando en la manada nace una hembra, lo habitual es que permanezca toda su vida con su madre, hermanas, primas y tías. Sin embargo, los machos están abocados a abandonar el grupo cuando maduran y buscarse su propia manada, evitando así la endogamia. De esta manera se confirma la idea del “rey león”, aunque sus reinados sobre la manada son cortos, sujetos a la llegada de otro rey más fuerte.

Los leones macho no suelen ser capaces de mantener el control sobre un grupo de hembras durante más de unos pocos años y viven de media bastantes años menos que las hembras.

La falsa reina de las abejas

Para terminar, me gustaría desmontar el mito de la reina de las abejas y las hormigas. Estos animales tienen un sistema de organización llamado eusociabilidad, en el que existe un alto nivel de comunicación y coordinación entre todos los miembros del grupo a modo de una especie de “unimente” o “mente colmena”.


Como es bien sabido, estos insectos se dividen en varias castas, perteneciendo la mayoría a un grupo no reproductor femenino que suele denominarse “obreras”. La reina es la única hembra reproductora, y, una vez funda una colmena u hormiguero, pasa toda su vida en su interior poniendo huevos. Aunque es un individuo imprescindible para el grupo, no cumple un papel de dominancia ni tiene ningún poder de decisión ante los problemas de la colonia. Por lo tanto, en realidad no es correcto darle el nombre de “reina”.


Puede que entre los animales no haya un equivalente exacto de nuestro concepto de “rey”, pero sus historias pueden ser igual de épicas. En el reino animal la elección del individuo dominante no tiene que ver con sacar una espada de una piedra, sino que suele responder al tamaño y fuerza del individuo, lo bien que conoce la zona, su edad y su sexo. Aunque, bien pensado, al empuñar Excalibur, Arturo demostró que, además de ser un varón inglés y joven de buen porte, y el hijo bastardo de un soberano, era digno (algo que podría verse como el más fuerte o, al menos, el más válido) de ser rey de los bretones. ¿Somos en realidad tan diferentes?



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Fuentes de las imágenes:

Sensacine: Póster de El niño que pudo ser rey, fotograma en el que Alex empuña a Excalibur
Wikipedia: manada de ñus
Pixabay: ñus cruzando un río, pingüinos, lobos cazando, gorriones, manada de leoneslobos en actitud cariñosa, leonas en actitud cariñosa, pareja de lobos león rugiendo, hormigas,
Freepik: siluetas de lobos
BBC: primates peleando
Apiexpert: reina abeja