martes, 11 de diciembre de 2018

Mortal engines y la depredación


La ciudad grande se come a la pequeña

Ciudades sobre ruedas. Londres convertido en siete niveles de edificios coronados por la catedral de Saint Paul, avanzando a unos cien kilómetros por hora a través de terreno inhóspito. Es el escenario futurista de corte steampunk que nos presenta Mortal engines, la película que se estrena este viernes basada en la novela homónima de 2001 (que se tradujo como Máquinas mortales). En este mundo, grandes “ciudades depredadoras” recorren un gigantesco “terreno de caza” en busca de otras más pequeñas para devorarlas. Se trata de una curiosa extrapolación del concepto de depredación, pero ¿hasta qué punto es correcta esta analogía? ¿Podrían sobrevivir estas ciudades sobre ruedas a largo plazo? Lo analizamos en la entrada de hoy.



El darwinismo municipal

Las ciudades de Máquinas mortales se rigen por lo que denominan “darwinismo municipal”, un sistema de vida en el que las grandes metrópolis como Londres capturan otras más pequeñas para hacerse con sus materiales y recursos. Estas ciudades pequeñas, a su vez, “se alimentan” de pueblos, también motorizados, que “comen” pueblos más pequeños y así sucesivamente hasta el eslabón más diminuto y desprotegido: las poblaciones que se encuentran fijas al suelo.


Fotografía de Londres y su versión motorizada en Máquinas mortales.

Aunque a priori se trata de una ingeniosa reinterpretación de “la supervivencia del más apto” como "la supervivencia del más rápido", en realidad esta dinámica no tiene mucho que ver con el darwinismo. Las ideas evolucionistas presentadas por Darwin en El origen de las especies (de las que hablamos hace dos semanas) se centran en los procesos que hacen que unas especies se transformen en otras. La “lucha por la supervivencia” que Darwin menciona repetidamente se refiere principalmente a la competencia que se establece entre individuos de la misma especie o entre especies que explotan recursos similares.

Los individuos de la misma especie, como estas dos gaviotas, a menudo se pelean por recursos (comida, refugio, pareja...). El ganador de estas disputas suele tener más probabilidades de supervivencia y reproducción y, por tanto, de que sus genes sean más abundantes que los de su contrincante en la siguiente generación.

Sin embargo, en Máquinas mortales nos encontramos con varios tipos de ciudades que desempeñan papeles bien diferenciados en este “ecosistema municipal”. Por lo tanto, esta situación poco tiene que ver con la selección natural y se asemeja más bien a una cadena trófica o cadena alimenticia, en la que existen varios eslabones entre los que se establecen relaciones de depredación.


La pequeña ciudad Salthook huye de la gigantesca Londres.

La cima de la cadena trófica

Los seres vivos necesitan materia y energía para sobrevivir. Algunos son capaces de generar su propio alimento a partir de nutrientes del ambiente (autótrofos), mientras que el resto necesitan consumir otros organismos (heterótrofos). En los ecosistemas terrestres, los autótrofos suelen ser plantas, que son ingeridas por animales (consumidores primarios) que a su vez sirven de alimento a otros animales (consumidores secundarios). De esa manera, la energía de todos los eslabones del sistema procede directa o indirectamente de dichas plantas, que a menudo se denominan productores primarios.


Si consideramos que en este proceso existe un único tipo de organismo por cada nivel trófico, podemos hablar de una cadena trófica. Si añadimos la totalidad de los organismos del ecosistema, que suelen interaccionar con varias especies, obtendremos una red trófica en la que el recorrido de la energía no tiene por qué ser lineal. Según estos esquemas, el sistema presentado por Máquinas mortales sería una cadena trófica compuesta por varios tipos de ciudad, según su tamaño.



¿Es sostenible el sistema?

Al pasar de unos eslabones a otros de la cadena alimenticia, se pierde parte de la energía en forma de calor o de nutrientes no digeridos. Es decir, a medida que ascendemos en la cadena hay menos energía, y esto suele traducirse en que el número y biomasa total de depredadores es inferior que el de sus presas y por supuesto muchísimo más bajo que el de las plantas del ecosistema. Para simplificar, podemos pensar que un zorro necesita muchos conejos para poder alimentarse y por tanto es lógico que, habitualmente, haya más conejos que zorros.


Consideremos esta como una pirámide de números simplificada, en la que el tamaño de cada rectángulo es proporcional al número de individuos que existen de cada especie. Hay muchísimas briznas de hierba, unos cuantos conejos y pocos zorros.

Aunque las ciudades de Máquinas mortales son verdaderos “super-organismos” que en cierta medida pueden autoabastecerse de comida y otros productos, está claro que necesitan materiales de otras ciudades para subsistir. Por lo tanto, debería suceder algo equivalente a las cadenas alimenticias de los ecosistemas terrestres, es decir, que existieran muchísimas pequeñas poblaciones inmóviles y pocas mega-ciudades como Londres.

 Airhaven, otra de las mega-ciudades de Máquinas mortales. En este caso, se trata de una ciudad flotante que sirve como puerto y mercado para aviadores de todas partes del mundo.

¿Cuál es el problema de Londres?

En los sistemas depredador-presa, el número de depredadores que hay en un momento dado depende del de presas, y viceversa. Imaginemos una situación en la que existen muchas presas (conejos) y pocos depredadores (zorros). Los zorros podrán cazar muchos conejos fácilmente, se reproducirán rápidamente y aumentará su población. Sin embargo, mientras aumenta el número de zorros, y por tanto la demanda de presas, los conejos serán cada vez más escasos y difíciles de capturar. Los zorros, entonces, tendrán acceso a menos alimento y su población se irá reduciendo a la vez que los conejos, que son menos cazados, podrán aumentar. Esta tendencia continuará hasta volver a la situación inicial en la que hay muchos conejos y pocos zorros.



Esta oscilación cíclica entre las poblaciones de depredadores y presas que hemos descrito se conoce como el modelo Lotka-Volterra, en honor de los matemáticos Alfred Lotka y Vito Volterra, que propusieron esta mecánica en 1925 y 1926, respectivamente. Se trata del modelo más sencillo para predecir variaciones en relaciones de depredación.

Las ciudades de Máquinas mortales no pueden ser consideradas como las poblaciones de zorros en las que los animales nacen y mueren, pero sí se trata de “organismos” que crecen o empequeñecen. Es decir, las ciudades grandes tienden a crecer al capturar otras más pequeñas y también, como sucede en un momento de la historia, pueden agotar su combustible y ser desguazadas por otras pequeñas. Las ciudades pequeñas pueden aumentar su tamaño de esa manera o recogiendo los desperdicios de las ciudades grandes en una especie de proceso de "reciclaje". Además, algunas de ellas extraen materias primas como minerales.

Interior del "estómago" de Londres, donde se despiezan las ciudades que captura.


En cualquier caso, para que una ciudad como Londres pudiera mantenerse (y viendo que procede del Londres actual debe haberse mantenido mucho tiempo), sería necesario que de vez en cuando aparecieran nuevas ciudades pequeñas que poder consumir. En última instancia sería necesario que existiesen muchísimas ciudades fijas que aumentaran muy rápido para poder “alimentar” al resto de eslabones de la cadena. Algo que no parece suceder. Aunque el mecanismo de reciclaje y el hecho de que algunas ciudades pequeñas extraigan materias puede disminuir la dependencia de las ciudades fijas, estas son sin duda los primeros eslabones de cadena y los principales "productores primarios" de materia y energía. Sin embargo, no parece que esto ocurra, sino que cada ciudad tiene una categoría  de tamaño bastante estanca. Por tanto, era de esperar que, tal y como ocurre en la trama inicial, Londres esté preocupado por la escasez de presas y las ciudades grandes desaparezcan. Si hay pocos productores, el sistema no puede soportar durante tanto tiempo unos consumidores tan altos en la cadena alimenticia. 


Estoy terminando de leer la primera de esta serie de novelas y, personalmente, creo que estas descomunales ciudades rodantes en la gran pantalla deben ser todo un espectáculo. Además, considero que Máquinas Mortales cuenta con personajes carismáticos y una trama emocionante. Sin embargo, diría que, si bien se trata de una historia entretenida, plantea un mundo visualmente atractivo pero poco factible.



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Fuentes de las imágenes:
Wikipedia: cartel de la película, gráfico depredador-presa
Unsplash: panorámica de Londres
Youtube: Londres en Máquinas mortales, interior de Londres
Pixabay: gaviotas peleando
Mortal Engines Wiki: Salthook huyendo de LondresAirhaven
Freepik: dibujos de césped, árbol, animales, ciudades, rascacielos, ruedas
Pexels: fotografía de rascacielos
Amazon: portada de la novela

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