viernes, 29 de marzo de 2019

¿Para qué sirven las orejas?


¿Qué es el viento? Dumbo en movimiento


Dumbo (1941) es probablemente uno de los personajes más entrañables de Disney. Sin duda, una de las claves de la historia es la empatía que nos inspira este pequeño bebé elefante que sufre las burlas de los animales del circo debido a su torpeza y, sobre todo, a sus grandes orejas. De hecho, es apodado Dumbo porque dumb, en inglés, significa “tonto”. Por suerte, Dumbo al final consigue que su gran defecto se convierta en su mayor virtud: sus descomunales orejas le permiten volar. Este Patito feo sigue enterneciéndonos a día de hoy y enlaza perfectamente con los temas de acoso y bullying que tan presentes están en la sociedad actual. Tal vez por eso tengamos tantas ganas de ver la nueva versión que acaba de estrenarse. Por supuesto, sabemos que se trata de una historia de ficción porque, aunque los elefantes tienen las orejas más grandes del mundo animal, por supuesto todavía no existe ninguno que las utilice para volar. ¿Por qué son tan enormes entonces? Y, ¿qué hace falta para que un animal sea capaz de volar? En la entrada de hoy hablamos de aire, sonido y altos vuelos. ¡Abrochaos los cinturones!


Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!

Las orejas o pabellón auricular son la parte más externa del sistema auditivo. La forma en “embudo” de las orejas funciona como una “antena parabólica” que ayuda a conducir las ondas de sonido hasta la parte interna del oído. Como seguramente habrás estudiado muchas veces, en los mamíferos, y particularmente los vertebrados, el oído se compone de tres partes: externo, medio e interno. Los sonidos que llegan al oído hacen vibrar una membrana, el tímpano. Esta vibración se transmite por la cadena de los tres huesecillos del oído medio y finalmente llega a los espacios llenos de líquido del oído interno, donde es detectada por unas células nerviosas especializadas que transmiten la información al cerebro.

Los mamíferos somos los únicos animales con orejas y también los únicos con tres huesos en el oído medio (martillo, yunque y estribo) en vez de uno. Estas piezas derivan de unos huesos que, en nuestros ancestros de hace 300 millones de años, formaban parte de la mandíbula. Se cree que, cuando aparecieron los primeros mamíferos allá por la época de los dinosaurios, la mejora del sistema auditivo fue muy importante porque estos mamíferos eran principalmente pequeños animalillos nocturnos, parecido a pequeños roedores, que necesitaban orientarse en la oscuridad.



El dimetrodon, el famoso "dinosaurio con una vela en la espalda" y ancestro directode los mamíferos, no presentaba la cadena de tres huesecillos. Este pequeño animal con pinta de musaraña o zarigüella, el Adelobasileus, fue uno de los primeros mamíferos y sí la tenía.

Más información sobre el paso de los huesos de la mandíbula a los del oído en  la web Understanding evolution (en inglés).

Como es lógico, el sonido es una fuente de información fundamental en la vida de un animal para analizar su entorno y detectar la presencia de depredadores o presas. En este contexto, los mamíferos han desarrollado una enorme variedad de orejas. Además, la mayoría de estos animales cuentan con gran cantidad de músculos encargados de mover las orejas en todas direcciones para detectar la intensidad y dirección de la que provienen los sonidos. Muchos de ellos pueden incluso mover cada oreja de manera independiente. Algunos ejemplos típicos de grandes orejas que además pueden moverse independientemente serían los conejos y los felinos como el caracal o el serval.


Un caso extremo de orejas grandes y complejas sería el murciélago, que es famoso por desarrollar su vida en la oscuridad y orientarse por el sonido.


También conviene mencionar que, si bien las orejas son exclusivas de los mamíferos, no son la única manera de mejorar la audición. Las aves, por ejemplo, pueden utilizar la forma y dirección de sus plumas para hacer esta función de “embudo” tan típica de la oreja.

La forma redondeada de la típica “careta” de las lechuzas les permite captar el sonido de su entorno. En vez de mover las orejas, estos animales mueven la cabeza para detectar el sonido. Por eso es frecuente que veas a las lechuzas o los mochuelos girando el cuelo hacia todas direcciones. Puedes aprender más sobre el desarrollo del oído en la entrada sobre depredación del blog.

Alzando el vuelo

Probablemente, la asociación de los elefantes como Dumbo con la capacidad de volar se debe a que el movimiento de estas enormes orejas nos recuerda al aleteo de los animales con alas. Es cierto que para que un animal sea capaz de volar las alas por lo general deben tener una gran envergadura en relación al tamaño del animal, pero esa no es la única condición.

Las alas de las aves como el águila suelen tener una envergadura muy grande comparadas con el resto de su cuerpo.

El vuelo es una actividad que implica un enorme gasto energético y unos músculos muy potentes que lo lleven a cabo. Las aves, el grupo de vertebrados voladores por excelencia, poseen en consecuencia unos músculos extremadamente fuertes que sujetan las alas al cuerpo y permiten impulsarlas. Se trata del músculo pectoral y el supracoroides. Estos dos músculos, además, se apoyan sobre una estructura esquelética especial: la quilla. Esta es una extensión del esternón, que está por tanto en el centro del cuerpo y además de servir de punto de agarre para los músculos contribuye también a mantener la estabilidad y la posición. Además, las aves presentan otras adaptaciones al vuelo, como una menor densidad de los huesos y varios tipos especializados de plumas que les permiten controlar hacia donde vuelan.


Como podéis imaginar, las orejas de los elefantes, como en todos los mamíferos, están hechas de cartílago y los músculos que las mueven no son especialmente fuertes ni se apoyan sobre ninguna estructura esquelética resistente al peso. Esto significa que un elefante no sería capaz de impulsar sus orejas con la fuerza suficiente para alzar el vuelo ni sería capaz de “sostenerse” sobre ellas durante un vuelo. Además, su posición en la cabeza no ayudaría mucho a la estabilidad del animal. Por supuesto, esta magia de lo imposible es lo que hace que nos guste Dumbo.


No solo de sonido viven las orejas

Como hemos visto, las orejas grandes como las que poseen los elefantes sirven para conducir los sonidos al oído interno de manera muy eficiente, pero esa no es su única función. De hecho, aunque los elefantes pueden beneficiarse de su agudo oído, no son animales que tengan una necesidad especialmente grande para localizar presas, porque son herbívoros, ni depredadores, porque no suelen ser la presa habitual de ninguno. Entonces ¿por qué, por qué son tan grandes?


La respuesta es el calor. Seguramente hayas visto muchas veces a los elefantes mover sus orejas como si se tratasen de dos gigantescos abanicos. Esto se debe, efectivamente, a que los elefantes viven en zonas muy cálidas y necesitan bajar su temperatura corporal. El movimiento de abanico ayuda a crear corrientes de aire que refrescan todo el cuerpo y mantienen alejadas a las moscas y otros insectos.


Además, las orejas también ayudan a disipar el calor de manera pasiva. Las orejas son grandes y finas, y están llenas de capilares sanguíneos. Cuando la sangre proveniente del cálido interior del cuerpo y pasa por las orejas entra en contacto con la temperatura del aire y su temperatura baja. Esta sangre enfriada regresa al cuerpo y ayuda a disminuir la temperatura corporal. Este mecanismo también aparece en otros muchos mamíferos de zonas cálidas, como el fenec o el jerbo.


Aunque está claro que Dumbo no podría volar en el mundo real, ahora sabemos que, por lo menos, sus enormes orejas le servirían para refrescarse los días de calor. En cualquier caso, en el mundo de la ficción, este querido personaje continuará inspirándonos como símbolo de ilusión y superación.




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