viernes, 31 de mayo de 2019

Pokémon y el significado de los nombres científicos

¡Hazte con todos!

Si eres de esas personas que saben de memoria los nombres de los más de 800 Pokémon registrados hasta la fecha en la Pokédex, o al menos recuerdas los 151 de la primera generación, seguramente estés emocionadísimo/a por el reciente estreno de Detective Pikachu. En esta película, basada en el videojuego homónimo, se muestra un mundo Pokémon más allá de la clásica historia de entrenadores, capturas, combates y torneos. En esta ocasión los Pokémon toman protagonismo como individuos, más allá de su “especie”, tipo y características. Es decir, está claro que no todos los pikachu, aipom o jigglypuff son iguales, a pesar de llamarse igual. ¿De dónde vienen estas palabras y por qué es tan importante tener nombres? ¿Seguimos el mismo criterio que los creadores de Pokémon para nombrar a los seres vivos del mundo real? Descúbrelo en la entrada de hoy. ¡Pikachu, te elijo a ti!


Me llamo mon, Póke-mon



Siempre me he preguntado por qué los entrenadores no suelen poner nombre a sus Pokémon. Es decir, todos los pikachu del mundo Pokémon se llaman “Pikachu”, lo cual puede resultar bastante confuso. ¿Os imagináis que llamáramos “Perro” a todos los perros del mundo? De hecho, es aún peor ya que el nombre de “pikachu”, al igual que todos los nombres Pokémon, hace referencia al sonido que emite el Pokémon. Es decir, sería como si todos los perros del mundo se llamasen “Guau-guau”.


Parece que el nombre de Pikachu fue elegido en base a la onomatopeya japonesa para las chispas y el sonido del ratón. Y sí, nuestro querido Pikachu amigo de Ash se llama, de manera equivalente, “guau-guau”.


Está bien, “Pikachu” no es un nombre muy original para un animal que hace “pikachu”, pero reconozco que es práctico. Es necesario que los animales, plantas y resto de criaturas tengan un nombre para poder referirnos a ellos, y es lógico que dicho nombre haga alusión a alguna característica fácilmente reconocible de la criatura en cuestión, como el sonido o el color.



Idealmente, el nombre de un animal o planta debería ser único. En la realidad, sin embargo, cada especie se denomina con una palabra diferente en cada idioma, e incluso dentro de un idioma suele tener varios nombres. Esto puede ser muy complicado a la hora de estudiar una especie, ya que hace difícil que personas de distintos lugares puedan identificarla. Resolver este problema es precisamente la función de los nombres científicos, como explicamos en la entrada sobre Animales fantásticos, que se componen de dos palabras: una es común para todas las especies de un mismo género (tan emparentadas que podemos considerarlas como los “primos” cercanos de un árbol genealógico) y la otra es particular de cada especie. Algo así como si cada especie tuviera un nombre (único y personal) y un apellido (que la une a sus familiares).


Para dar un ejemplo, podemos imaginar que todos los Pokémon de tipo eléctrico pertenecieran a un mismo género, de manera que la primera palabra del nombre científico sería igual para todos los pokémon eléctricos (Electrica).

Antes de continuar quiero hacer una aclaración importante: las “especies” de Pokémon son diferentes de las especies reales. En Pokémon, Pichu, Pikachu y Raichu son considerados “especies” diferentes y uno “evoluciona” en otro. Estos términos son erróneos incluso en la fantasía. Un animal no puede cambiar de especie ni evolucionar en otra especie a lo largo de su vida. Los cambios que en Pokémon se denominan “evolución” son en realidad debidos al crecimiento (o al nivel del Pokémon). Es decir, Pichu, Pikachu y Raichu pertenecen a la misma especie.



Pichu, Pikachu y Raichu son simplemente distintos momentos del crecimiento de un mismo individuo que pertenece a la especie que hemos llamado Electrica pikachu. Considerarlos diferentes sería como considerar que un ternero (animal de Bos taurus que tiene de 0 a 12 meses), un novillo (de 24 a 48 meses) y un toro bravo (de 2 a 5 años) son especies distintas.



La importancia de llamarse Pikachu



Ahora que sabes que todas las especies tienen “nombre y apellidos” puede que te estés preguntando de dónde vienen estas palabrejas y qué significan. Como también mencionamos en la entrada de Animales fantásticos, el padre de este sistema fue Carlos Linneo, un científico sueco del siglo XVIII. De acuerdo con su propuesta, los nombres científicos de las especies no son una sucesión aleatoria de letras (aunque a veces lo parezcan), sino que tienen un significado en latín.




Algo parecido ocurre con los Pokémon, que, si bien tienen nombres inventados, suelen derivar de palabras con significado real. El propio término “Pokémon” combina las palabras “bolsillo” (pocket en inglés) y “monstruo”, en una clara referencia a la posibilidad de almacenar tus “monstruos” en cómodas Pokéballs que puedes llevar a todos lados.



Como seguramente hayas notado, los nombres de los Pokémon tienen dos orígenes. Para los habitantes ficticios del mundo Pokémon, los nombres hacen alusión al sonido que hace cada Pokémon, como ya hemos mencionado. Por otra parte, los creadores reales de estos monstruitos, en realidad, se basan frecuentemente en criaturas reales, tanto para el diseño como para el nombre. De hecho, la propia Pokédex define tradicionalmente a los Pokémon con fórmulas como “el Pokémon tortuga” o “el Pokémon paloma”… algo un poco incongruente en un mundo en el que no existen tortugas ni palomas.


Te llamaré Mini-yo


Está claro que para los creadores de Pokémon debe ser muy divertido inventar nombres (hasta que empiezan a escasear las ideas y surgen cosas como “el Pokémon bolsa de basura”), pero, ¿son ellos los únicos que pueden hacerlo? ¿Quién y cuándo tiene derecho a poner nombre a una especie real? Pues bien, aunque Linneo dejó bastante trabajo hecho, desde sus tiempos la clasificación de especies ha cambiado un poco.





En primera instancia, es necesario buscar un nombre cuando se descubre una nueva especie. Habitualmente, estará suficientemente relacionada con otras especies ya conocidas, con lo que la primera palabra de su nombre científico (su “apellido”) estará predefinido. De esta forma, lo necesario es buscar una segunda palabra (su “nombre de pila”) que destaque alguna característica particular de la especie.


Si conocemos los pokémon de tipo eléctrico que hemos mencionado antes y de repente descubrimos este (Ampharos), lo más lógico sería incluirlo en el género Electrica y llamarlo Electrica ampharos.

También es necesario buscar un nombre si una especie cambia de lugar en el árbol genealógico y sea necesario corregir su nombre. ¿Cómo es posible? En la época de Linneo, las especies se clasificaban según su parecido físico. Sin embargo, esto no siempre es garantía de parentesco. En la actualidad, se comparan las similitudes genéticas entre las especies, lo que nos da un resultado mucho más fiable de su parentesco. Sería como si Linneo hubiera intentado reconstruir un árbol genealógico a partir de las fotografías de una familia mientras que a día de hoy podemos realizar pruebas de paternidad.


Estos tres pokémon (Psyduck, Farfecht'd y Golduck) son muy similares porque su diseño está basado en patos. Esto podría llevar a que Linneo los hubiera clasificado juntos en un mismo género. Sin embargo, si hacemos un análisis genético y resulta que en realidad las especies más emparentadas son las que pertenecen al mismo tipo, estos tres pokémon en realidad no son parientes y habría que buscarles nuevos nombres.


Estos nuevos análisis provocan que, con frecuencia, descubramos que una especie es en realidad “adoptada” dentro de su familia. Evidentemente, cuando esto sucede es necesario cambiar, su nombre científico; al menos, la parte que corresponde a su “apellido”. A este respecto, hay muchísimas reglas sobre qué “apellido” debe prevalecer. ¿El más antiguo? ¿El que englobe a más especies según la nueva clasificación? Cada caso es diferente y los criterios pueden diferir de uno a otro.



La gran familia Pokémon



Como todos los padres, los científicos que ponen nombre a las criaturas tratan de que sea un buen nombre, que la defina y con el que se pueda identificar fácilmente. Igual que en el caso de Pikachu, en las ocasiones menos imaginativas estos nombres están basados en el sonido del animal en cuestión.


El nombre científico de la abubilla es Upupa epops, que es similar al sonido que hacen estos pájaros (para mí suena como "puu-puu").

Como dijimos, el nombre "pikachu" es la unión de la onomatopeya japonesa para los rayos y para los ratones. Otros buenos ejemplos son "hoothoot", nombre que imita el ulular de los búhos, y "meowth", parecido al conocido "miau" ("meow" en inglés) de los gatos.


Otro criterio, que yo diría que es el más utilizado, alude a características fácilmente reconocibles de la especie, como el color, el olor o la forma.


Estas fotos corresponden a tres diferentes especies de jara (cuyo nombre genérico es Cistus). Sus nombres científicos hacen referencia a su parecido con otras plantas que son bien conocidas para los botánicos. Tenemos Cistus populifolius ("hoja similar al populus", que es el chopo), Cistus salviifolius ("hoja similar a la salvia", una conocida hierba aromática) y Cistus laurifolius ("hoja similar al laurus", es decir, al laurel).

También podemos encontrar ejemplos con los animales, como el del lince rojo (Lynx rufus) y el lince ibérico (Lynx pardus), cuyos nombres hacen referencia al color de su pelaje.

Aquí tenemos ejemplos de pokémons cuyos nombres son una referencia clara a los animales reales que representan. Seel es una foca ("seal" en inglés), krabby es un cangrejo ("krab" en inglés) y pidgey es una paloma ("pidgeon" en inglés).


En otras ocasiones, se recurre a nombres más prácticos, como la región geográfica en la que se encuentra la especie.



Esta liebre, olivo y erizo tienen nombres que hacen referencia a su origen europeo (Lepus europaeus, Olea europaea y Erinaceus europaeus).


Estos tres pokémon también tienen nombres que hacen referencia a sus hábitats: tropius (por el trópico), magmar (por el magma) y articuno (por el ártico).



También cabe destacar los casos en los que las especies llevan el nombre de una persona, ya sea porque fue su descubridor o porque su trabajo sobre la especie ha sido muy relevante. Es decir, estos casos suelen homenajear a grandes eminencias del nivel de Darwin o Humboldt. Aunque, entre tú y yo, también se rumorea que Linneo utilizó este recurso para contentar a varios naturalistas que por entonces no estaban muy a favor de su método de nombres científicos.

La tortuga gigante de Santiago es conocida como Chelinoides darwini y el pingüino de Humbold recibe su nombre de este científico, Spheniscus humboldti.

No sé si tendrás alguna vez la oportunidad de poner nombre a una especie o a un Pokémon, pero si llega ese momento espero que recuerdes estas reglas generales sobre los nombres y sus significados. ¡No te olvides de investigar y buscar siempre los secretos que se esconden detrás del nombre de tus criaturas favoritas!  
                                                                                                         




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